Los desafíos que plantea el calendario escolar 2021-2022

Por Marco Antonio Fernández (@marco_fdezm) y Daniel Hernández (@daniel_58) | Nexos

El pasado 24 de junio, la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció el calendario escolar para el ciclo 2021-2022, consistente en 200 días de clase. Como se sabe, la emisión de este calendario corresponde a la atribución establecida en el artículo 87 de la Ley General de Educación. En su mensaje a los Consejos Técnicos Escolares (CTE) del mes de junio, la titular de la SEP destacó los principales rasgos de dicho calendario. Señaló que es un instrumento académico que deberá ayudar a retomar con mayor vigor “la enseñanza presencial que tanta falta le hace a nuestras queridas alumnas y alumnos”. Además, durante la sesión del CTE, propuso tres áreas que deberían orientar las actividades de las comunidades escolares en los próximos meses:

  • Apoyo emocional para que niñas, niños y adolescentes recuperen la confianza ante los efectos de la pandemia.
  • Análisis de los resultados de aprendizaje del ciclo escolar que termina para ofrecer medidas y acciones que regularicen el nivel en los aprendizajes esperados.
  • Análisis de los avances del programa escolar de mejora continua para reconocer el logro de los aprendizajes de estudiantes y la mejora continua del servicio que brinda la escuela.

Cada año, los retos de la ejecución del calendario son muchos y muy variados. Pero el impacto de la pandemia introduce nuevas condicionantes, principalmente, las afectaciones en los aprendizajes esperados durante los meses de educación no presencial, como lo reconoce la misma autoridad educativa. En cuanto al calendario escolar del próximo ciclo, la secretaria Gómez detalló que la SEP consideró las necesidades formativas de las y los estudiantes a partir de la experiencia recabada durante el periodo de pandemia, lo que implicó una adaptación de las prácticas educativas para garantizar la continuidad de los aprendizajes. 

Un primer dato que destaca es que en estos meses no se realizó una evaluación diagnóstica para saber dónde están las y los estudiantes en términos de aprendizajes —algo clave para poder y establecer una ruta para apoyarlos—, por lo que pueden presentarse diversas complicaciones. Se estableció que al inicio de agosto se llevarán a cabo la reunión del Comité participativo de salud y las jornadas de limpieza de las escuelas. A partir del 16 de agosto —es decir, de forma inmediata— se atenderán las inscripciones de las niñas, niños y jóvenes que no se habían inscrito para el nuevo ciclo escolar. Esta es una medida relevante para ofrecer mayores oportunidades de continuidad en las trayectorias escolares.

Sin embargo, se fija el inicio de clases el 30 de agosto —a la mitad de este lapso de inscripciones—; además, se espera que ese día sea el primero en el que las y los docentes se reúnan con madres y padres de familia. ¿Se aprovechará esta situación para presentar un panorama de lo que se espera durante el ciclo escolar?

Durante los primeros diez días del nuevo año escolar se determinará el periodo en que se llevarán a cabo dos actividades críticas para acompañar la permanencia exitosa en el sistema educativo del alumnado: identificar de qué magnitud es el abandono escolar, y hacer la valoración diagnóstica de los aprendizajes.

Así, mientras concluyen los procesos de inscripción, se analizará quiénes son los alumnos que no se reinscriben. Para esto es necesario establecer mecanismos de articulación entre primarias, secundarias e instituciones de educación media superior, no sólo para atender el abandono escolar —que por definición ocurre dentro de cada nivel escolar—, sino también la transición entre niveles educativos. Esto es lo que sugiere un estudio en curso de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad, que identifica la transición de la secundaria hacia el bachillerato como la principal causa de la disminución de la matrícula de educación media superior entre los ciclos 2019-2020 y 2020-2021. 

Así como es importante que se conozcan las estadísticas del abandono escolar, también resulta relevante definir las acciones que se implementarán una vez que identifique a las y los niños y jóvenes que no continúan en el sistema escolar. El trabajo coordinado de directores de plantel y supervisores es imprescindible para tratar de “recuperar” a quienes no “regresaron” al nuevo ciclo escolar.

Adicionalmente, en ese mismo periodo de diez días al inicio de clases en agosto/septiembre, tendrá que implementarse una evaluación diagnóstica. Aún no se han difundido los elementos y rasgos de este ejercicio fundamental que establecerá la ruta de lo que previsiblemente será un periodo de recuperación de aprendizajes, del 13 de septiembre al 23 de noviembre. Se desconoce si esto se discutió en la mayoría de las escuelas en el último CTE previo al nuevo ciclo escolar.

Al analizar en su conjunto el calendario escolar, se identifican tres momentos clave.  En el primero —del 30 de agosto al 23 de noviembre—, hay dos complejos desafíos concurrentes: el primero, directamente derivado de la evaluación diagnóstica, es atender los aprendizajes que no alcanzaron las y los estudiantes en el ciclo escolar que está terminando. Para ello, es imprescindible que los docentes determinen cómo aprovecharán estos 46 días de recuperación. El segundo desafío es que la autoridad establece que, al mismo tiempo, se empezará a avanzar en el currículo del nuevo ciclo escolar. ¿Cómo se determinarán las estrategias pedagógicas para alcanzar sendos objetivos de manera simultánea? Se espera que estos dos temas estén siendo considerados para el Taller intensivo de capacitación docente —del 16 al 20 de agosto—, pues será difícil para los docentes realizar estas tareas simultáneamente. Recordemos, por ejemplo, que las tareas “remediales” implican un trabajo de enseñanza diferente al que se realiza en las aulas. De hecho, la evidencia internacional indica que las actividades “intensivas” no tienen un gran impacto si no forman parte de un programa de formación continua de más largo alcance.

Un segundo momento del ciclo escolar concluirá a finales de marzo, cuando se realice una segunda evaluación de los estudiantes. Y la tercera parte comenzará en abril para concluir a finales de junio. En estos dos periodos complementarios ya no se consideran actividades de “recuperación de aprendizajes”. Esto sorprende porque, dadas las deficiencias observadas de la estrategia de educación a distancia en detrimento del aprendizaje de los estudiantes, parece poco realista que los aprendizajes no alcanzados puedan ser cubiertos en el primer momento del nuevo ciclo.

Si bien aún desconocemos la dimensión del rezago, la perspectiva internacional nos advierte que el impacto será importante. En mayo, el Ministerio de Educación de Chile presentó su Diagnóstico integral de aprendizajes; éste identificó que los alumnos de 15 años —equivalente a primero de media superior— sólo alcanzaron 27 % de los aprendizajes esperados. De hecho, las autoridades advirtieron que los rezagos de aprendizajes entre los estudiantes son preocupantes —en particular a partir de sexto de primaria—, con evidencias de brechas sustantivas por niveles socioeconómicos. Estas brechas se profundizaron entre las familias con recursos para mantener algunos aprendizajes a distancia y las de los estudiantes de hogares vulnerables que aprendieron muy poco en esta modalidad.

Ante estos desafíos, sería deseable que se consideren otros periodos de jornadas de formación docente. Y sería conveniente ofrecer a los docentes elementos para trabajar en cuestiones de contención emocional con sus estudiantes, un asunto que la misma secretaria Gómez destacó en su mensaje de prioridades.

Un aspecto estratégico adicional en la formación continua de maestras y maestros es cómo operar las clases en las aulas mediante mecanismos escalonados o “híbridos”. Por ejemplo, en las secundarias urbanas hay profesoras y profesores que sólo atienden algunas asignaturas y no tienen un contrato de jornada completa, por lo que asisten a las escuelas en determinadas horas o determinados días. De acuerdo con el Panorama Educativo 2018 del INEE, en el ciclo escolar 2017-2018, 39.7 % de los profesores de educación secundaria tenían un contrato por horas y 19.9 % de medio tiempo.

Lo anterior representará una complicación para establecer las clases escalonadas, con alumnos que asistan lunes y miércoles y otros martes y jueves. Al menos requerirá mecanismos más puntuales de coordinación y planeación conjunta entre los docentes. La situación se complica más si se agrega que hay asignaturas que no sólo tienen actividades en aula, sino también en laboratorios o talleres con responsables específicos. ¿Cómo lograr que estas clases operen en un escenario de grupos escalonados?

Ciertamente, el calendario escolar es un instrumento de ordenamiento de procesos educativos. Pero, como señaló la secretaria Gómez, debe ser concebido como parte clave de los aspectos académicos. No obstante, en el anuncio de la SEP es evidente que el calendario no sólo implica procedimientos, sino también políticas educativas que demandan precisiones y decisiones de la autoridad. ¿Cómo se coordinarán para implementar el calendario las autoridades educativas estatales y la autoridad educativa federal de Ciudad de México? Un calendario, entre otros objetivos, busca dar certidumbre a las comunidades educativas sobre la secuencia y el alcance de su trabajo. Pero, ante un escenario de incertidumbre frente al covid-19, es urgente el desarrollo de los componentes señalados en este texto para disminuir los espacios de duda, vacío y especulación.

Después de año y tres meses de emergencia educativa es inexplicable el silencio de autoridades federales clave, como la subsecretaria de educación básica, Martha Hernández Moreno. ¿Cómo se está coordinando con sus contrapartes estatales para implementar adecuadamente este calendario? ¿Qué sucede si, como es previsible, el próximo ciclo escolar se caracteriza por altibajos en la evolución de la pandemia, con cierres temporales de clases presenciales? La estrategia educativa de Aprende en Casa III, con énfasis en la televisión educativa, está notoriamente rebasada y ha sido insuficiente para el aprendizaje de los estudiantes de las familias más vulnerables, que son las que principalmente han carecido de los medios de vinculación continua con sus docentes para resolver dudas y recibir retroalimentación que les permita aprender.

¿Qué plan tienen las autoridades para enfrentar este escenario? ¿Cómo se implementarán estas políticas cuando, además a los retos mencionados, se suma el cambio de gobierno en quince estados del país? Todas las nuevas autoridades educativas asumirán el cargo después de varias semanas de iniciado el nuevo año escolar, e incluso varios meses, como los casos de Baja California, Colima y Sinaloa (1 de noviembre) y Tlaxcala (1 de enero de 2022). ¿Cómo se coordinarán los equipos de transición y las autoridades educativas federales para enfrentar los desafíos de la implementación del calendario escolar 2021-2022?

Todas estas preguntas requieren respuestas urgentes y precisas. Las omisiones, silencios u ocurrencias son inaceptables: pueden ocasionar efectos negativos adicionales para una generación que ya ha experimentado cómo sus aprendizajes, su salud emocional y sus oportunidades educativas se diluyen frente a la insuficiencias y posible irresponsabilidad de las autoridades, así como una sociedad que no exige ni defiende con firmeza su derecho a la educación, que es una obligación subrayada en nuestro marco constitucional.


Marco Antonio Fernández es coordinador de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey (IEEC) e investigador de México Evalúa. Daniel Hernández es investigador de la IEEC