La sociedad civil que actúa

Edna Jaime

En materia de seguridad hasta hace muy poco teníamos pocas fuentes de información para hacer análisis.

Hace algunos días el Observatorio Nacional Ciudadano para la Seguridad, Justicia y Legalidad presentó su estudio sobre la evolución de los delitos de alto impacto en el país. Se trata de un reporte que revisa tendencias en delitos tan graves como el homicidio, el secuestro, la extorsión y el robo de vehículo con y sin violencia. Los números que el informe presenta provienen de registros oficiales. En este caso de las procuradurías estatales, todos integrados en una gran base de datos administrada por el Centro Nacional de Información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. La información del estudio es importante por lo que dice de la situación de inseguridad en México. Pero también y, más importante, por las capacidades que la sociedad civil ha desarrollado para monitorear y evaluar los resultados de las políticas públicas.

Unos pocos años atrás, el gobierno detentaba un monopolio infranqueable sobre las políticas públicas en todo su proceso: desde los diagnósticos y el diseño, hasta la implementación. En pocas palabras, tenía control sobre todas las fases del proceso y eso le permitía una enorme laxitud para el error, pero también para la corrupción. Hoy existen jugadores no gubernamentales que intervienen en esos procesos, de principio a fin.

El componente de evaluación y auditoría ciudadana es uno de los más recientes y me parece que su surgimiento y crecimiento coincide con el mayor acceso a la información que ha sido posible por nuestros avances en materia de transparencia. ¿Qué podría hacer una organización ciudadana si le fuera negado el acceso a la información? También hay que decirlo, la producción de información en el país ha mejorado a partir de que el INEGI se ha fortalecido en autonomía y capacidades. En fin, estamos ante procesos todavía nuevos y acotados, pero que de fortalecerse podrían terminar transformando al país.

En materia de seguridad hasta hace muy poco teníamos pocas fuentes de información para hacer análisis. Recuerdo que tan cerca como el 2010, la información de incidencia delictiva no estaba disponible más que en las estadísticas del INEGI que presentaban rezagos y que hacían que el análisis fuese sobre el pasado y no sobre la actualidad. El Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, que encabezaba Luis de la Barreda, producía información a través de una encuesta victimológica que era única en el país y proveía información invaluable para dimensionar el fenómeno, pero también para entenderlo. Pero por sí solo no era suficiente.

En medio de la crisis de seguridad, los mexicanos padecíamos una condición de incertidumbre propiciada por la escalada de violencia, pero también por la ausencia de información y elementos de diagnóstico que nos permitieran entender lo que entonces sucedía. Ciertamente no hemos resulto el problema de la información del todo, pero los avances en acceso y oportunidad son indiscutibles. Hay una agenda de trabajo en materia de información que debería plantearse y abordarse, pero ya en una condición distinta a la del pasado cuando lo que existían en las fuentes oficiales eran gráficas en formato pdf que no permitían reproducir, replicar y menos entender.

En este contexto pareció un hecho fuera de contexto el que la autoridad emitiera comunicados de prensa con información parcial, poco transparente e incompleta en materia de seguridad. Pareciera que se dirigía al México del pasado, ése, desprovisto de los elementos más básicos de información y juicio para discriminar entre la información de calidad y la que no lo es. Pronto encontraron que la realidad había cambiado y tuvieron la sensibilidad para rectificar. Hay una disposición a escuchar y a construir de la mano de la sociedad aquella información que resulta necesaria no sólo para informar sino también para actuar. Esa es la potencia de una sociedad civil actuante: la capacidad de detener decisiones arbitrarias, la capacidad de llamar a cuentas. Al final del día de eso trata la democracia: de construir los contrapesos al poder y en esa medida generar espacios de libertad y bienestar.

El informe del Observatorio Nacional Ciudadano nos ofrece un panorama de claroscuros en materia de seguridad. De los cinco delitos que mide, cuatro presentaron descensos y uno, el secuestro, un ascenso que rompe nuestros propios récords que de por sí son alarmantes. Este informe constituye una evaluación sobre la actuación de las autoridades en estos cinco delitos. También es una fuente de evidencia para procurar los cambios necesarios en las políticas públicas y para atender lo que es urgente. Éstas son las nuevas capacidades de la sociedad civil.

Así me imagino el México del futuro: uno en el que ciudadanos y gobierno asumen corresponsabilidad en la solución a los grandes problemas que nos aquejan.