La reproducción de los estereotipos de género en la educación

Laura Noemi Herrera y Marco A. Fernández | Animal Político

Como país hemos superado el desafío de garantizar el acceso de las mujeres a todos los niveles educativos. Sin embargo, aún no hemos podido desarticular la reproducción de estereotipos en las escuelas mexicanas, los cuales se reflejan en la brecha en aprendizajes básicos, habilidades socioemocionales y la elección de profesiones que son determinantes para continuar sosteniendo la brecha de género en el mercado laboral mexicano. Veamos algunos de estos estereotipos y sus consecuencias…

¡Las matemáticas sí son para las chicas!

Las matemáticas son un elemento clave para los trabajos bien remunerados. Sin embargo, en la escuela se reproducen estereotipos de enseñanza que vinculan a las mujeres con la sensibilidad y a los hombres con pensamientos más lógicos. Como consecuencia, niñas y niños que mostraron el mismo rendimiento durante sus primeros años escolares, terminan la secundaria con una brecha en aprendizajes que favorece a las mujeres en 29 puntos en lenguaje y comunicación pero que las mantiene en desventaja frente a los varones por 6 puntos en matemáticas. Al finalizar la media superior, la brecha se habrá reducido para los hombres en 10 puntos y para las mujeres se habrá ampliado 15 puntos más[1].

En las habilidades clave para los trabajos actuales y futuros, las mujeres también llevan la desventaja. En los pocos datos que tenemos disponibles sobre habilidades socioemocionales, es posible identificar que las chicas muestran mayor aversión al riesgo que los hombres, menor predisposición a negociar y mayor sensibilidad al contexto social. A estas brechas se asocia la menor actitud de competencia y liderazgo participativo y democrático, que la evidencia[2] suele señalar como fundamentales para el crecimiento profesional. Las consecuencias de estas brechas se reflejan en mujeres que tiendan a elegir carreras profesionales más seguras y que tienen menores retornos salariales como la docencia, servicios de cuidado y el sector público.

¿Carreras técnicas? Sí, pero hay que ‘desagregar’

Un rezago asumido en matemáticas conduce a que solo el 30% de las mujeres que estudian media superior lo hagan en un bachillerato técnico-industrial. De la matrícula total de bachilleratos técnico-industriales, las mujeres representan el 48%. No obstante, es sorprendente encontrar que se concentran en carreras técnicas como corte y confección, estilismo, secretariado, enfermería y asistente educativo, donde por cada 10 alumnos, 9 son mujeres.  Por otra parte, en carreras técnicas como mecatrónica o electrónica solo hay 2 mujeres por cada 10 alumnos y en carreras como sistemas computacionales o estudios relacionados con la industria automotriz apenas representan el 10% de la matrícula[3].

¡No estudio, pero sí trabajo!

El abandono escolar es un fenómeno caracterizado por un mayor abandono de hombres que de mujeres y que resulta más grave en media superior. Sin embargo, cuando se observa la cantidad de jóvenes de 15 a 24 años que no estudian ni trabajan, tres cuartas partes son mujeres. Detrás de esta situación se esconde que, una vez que dejan la escuela, para los hombres es más fácil insertarse en el mercado laboral, aunque sean trabajos precarios. En contraste, las mujeres dedican una gran cantidad de horas al trabajo no remunerado como son el cuidado de los hijos y/o familiares, además de las tareas del hogar que complican aún más el acceso al mercado laboral.

La brecha de género presente en el servicio docente

La docencia es un excelente ejemplo que cristaliza las consecuencias de la enseñanza con estereotipos. Como vimos, la docencia puede ser una carrera atractiva para las mujeres: es segura, está relacionada con la enseñanza y cuidados, es de las que mejor paga a las mujeres y, en un gran número de casos, no demanda conocimientos complejos de matemáticas. Sin embargo, el mercado laboral premiará esta decisión pagándoles en promedio 10 a 20 por ciento menos que a sus compañeros hombres que desempeñan la misma profesión[4][5].

El liderazgo de mujeres debe caber en las escuelas

Mecanismos de transparencia y rendición de cuentas pueden contribuir a que más mujeres ocupen puestos de liderazgo.  En el marco de la anterior reforma educativa, tras la introducción de exámenes de promoción para puestos directivos en educación media superior, se registró un incremento de 14% de mujeres como directoras de planteles en un solo año. Esto contrasta con que, de a ver seguido la tendencia previa a los concursos, las posiciones en puestos directivos por mujeres hubiesen tomado aproximadamente nueve años. Así, la participación femenina pasó de 37.8% en 2012 a 43.4% en 2019.[6] Sin embargo, aún no se alcanza una paridad de género en la representación de directoras en este nivel educativo.

¿Desarticulando estereotipos?

De conformidad con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, como país estamos comprometidos a eliminar las disparidades educativas de género para 2030 y promover una educación con dicha perspectiva de género como lo mandata el Artículo Tercero Constitucional (reformado en mayo del año pasado) y la nueva Ley General de Educación. Hasta ahora el problema se ha tratado de atender bajo el programa presupuestal para la igualdad de género, que consiste en dar cursos a docentes, becas a estudiantes y recursos a las escuelas para crear una unidad de género.  En dicho programa se observaba ya un uso deficiente de los recursos de acuerdo a la Auditoría Superior de la Federación. Para 2020, recibió un recorte sustantivo de 79%, por lo que los recursos destinados a través de este programa para promover la equidad de género en el sistema educativo representan apenas 0.001% del presupuesto educativo.

Existen alternativas para cambiar las realidades referidas que retratan disparidades de género en la educación.  No obstante, no está muy claro cómo las autoridades federales pretenden abordar este reto durante lo que queda del sexenio:

1. Inversión en docentes: mejorar las prácticas pedagógicas de los docentes en servicio requiere más que conferencias sobre género y el 1% de inversión del gasto educativo. Demanda talleres bien diseñados, requiere de acompañamiento, observaciones en aula y una continua retroalimentación para que las maestras y maestros pueden mejorar la forma en que estimulan el conocimiento en los estudiantes sin caer en estereotipos de ningún tipo.

2. Desarrollo de habilidades del siglo XXI (habilidades socioemocionales): hasta ahora su enseñanza no ha logrado integrarse eficazmente al trabajo en el aula, pese a ser contempladas en el currículo tanto de la reforma educativa anterior como la del nuevo gobierno. Hasta ahora hay incertidumbre de cómo las autoridades tanto de la Comisión de Mejora Continua -que sustituyó al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE)- ni las autoridades educativas federales y estatales diseñarán los cursos de formación y capacitación para apoyar a los docentes, de forma que estos potencien exitosamente el desarrollo de estas habilidades socioemocionales entre sus alumnos. Su diseño e implementación exitosos son imprescindibles para el desarrollo de habilidades en las mujeres como la denominada “mentalidad de crecimiento” (combatir fatalismos como “no es lo que soy si no lo que puedo llegar a ser”), habilidades de negociación, fortalecimiento de la confianza, entre otras.

3. Construyendo proyectos de vida: como parte de las acciones para transformar las expectativas de los jóvenes es importante visibilizar y usar de ejemplo a mujeres que han asumido liderazgo en distintas áreas de la vida laboral, económica, política, científica, deportiva, artística entre otras. Su ejemplo de éxito puede inspirar con credibilidad estrategias que contrarresten y desmantelen estereotipos que minan la equidad de género en las oportunidades educativas de nuestro país.[7]

Este es un apretado recuento que busca visibilizar algunas de las dificultades que enfrentan las mujeres a la largo de su formación educativa y que retratan cómo en nuestro país, estamos aún lejos de alcanzar las promesas que hemos llevado a la constitución y reiterado en compromisos internacionales. Echar abajo estereotipos y construir una agenda que avance una verdadera perspectiva de género en materia educativa reclama esfuerzos puntuales en los que la evidencia ajuste las políticas enfocadas a este rubro. No basta con los buenos deseos, los discursos grandilocuentes que dicen simpatizar con las posturas feministas y mucho menos, pueden ser aceptables las ocurrencias como las de hacer de las escuelas espacio de refugio contra la violencia de género o las descalificaciones hacia un supuesto conservadurismo que, en el fondo, esconden la fragilidad de los compromisos de las autoridades en esta materia. Ojalá que en la voz que se expresa hoy en las calles de nuestras ciudades, exista el oído atento en materia educativa, para que autoridades de todos los niveles, empujen con firmeza acciones para hacer la equidad educativa con perspectiva de género una realidad en nuestro país. Basta ya de oídos sordos y promesas incumplidas.


[1] Cálculos propios con estadísticas de PLANEA secundaria 2015 y Media Superior 2017.  INEE

[2] Bustelo, Monserrat, Vezza, Evelun. “Habilidades del siglo XXI: Una oportunidad para la igualdad de género”. Banco Iberoamericano de Desarrollo: 2020. Recuperado de https://publications.iadb.org/es/habilidades-del-siglo-xxi-una-oportunidad-para-la-igualdad-de-genero

[3] Cálculos propios con estadísticas de la SEP. Formato 911 – 2019

[4] Cálculos propios con estadísticas de ENOE 2019.

[5] la docencia es una de las carreras donde las mujeres reciben mejores ingresos; una razón histórica que explica la feminización de la carrera docente respecto a otras profesiones. El efecto es inverso para los hombres: reciben menos ingresos y tienen menores oportunidades de crecimiento, que si se dedicaran a otra profesión

[6] Cálculos propios con estadísticas de la SEP. Formato 911 – 2019

[7] Bustelo, Monserrat, Vezza, Evelun. “Habilidades del siglo XXI: Una oportunidad para la igualdad de género”. Banco Iberoamericano de Desarrollo: 2020. Recuperado de https://publications.iadb.org/es/habilidades-del-siglo-xxi-una-oportunidad-para-la-igualdad-de-genero