Para transformar primero hay que imaginar

Mariana Campos | El Sol de México

El Gobierno federal dice estar decidido a transformar a México y para ello ve necesario mejorar el uso de los recursos públicos. Desde los primeros meses de la transición y del encargo, ha mostrado inusual determinación por lograr su objetivo, pero no necesariamente ha actuado de manera efectiva, y mucho me temo que no logrará gastar menos si continúa por el mismo camino e ignora las verdaderas oportunidades de cambio.
Es cuestionable la rentabilidad de varias de las acciones que ha emprendido la actual administración. Sí, se ha enfocado en destinar menos recursos al funcionamiento del aparato burocrático, pero sólo a nivel federal, y eso no contrarresta a los dos más grandes elefantes en la habitación: endeudarse para cerrar la obra del aeropuerto de Texcoco y mantener con impuestos una petrolera improductiva. Y ni qué decir del recorte dramático de la mitad del presupuesto de los servicios de cuidado infantil, que afectó directamente a niños de familias que no tienen prestaciones sociales, o la reducción del programa que controlaba el riesgo de expansión de los incendios forestales.
Estos despropósitos han provocado reclamos fuertes y legítimos en la opinión pública. Pero ese enojo tampoco resuelve nada y, peor aún, oculta la falla más grande de nuestro presidente: la falta de visión.
El Sistema de Coordinación Fiscal (SCF) es un ejemplo de esta estrechez de miras. Se trata de un arreglo legal que, aunque disfuncional en la actualidad, tiene un papel clave en la política pública. Es, esencialmente, el acuerdo por medio del cual la Federación y los estados definen la forma en que se recauda y se gasta (es, tal cual, como la negociación que se da en todos los hogares de México: ¿quién trae el dinero y quién y cómo lo gasta?).
El SCF tiene todo el potencial para incidir positivamente en el comportamiento económico, en el desarrollo social y hasta en el político, pero se ha desdibujado por la capacidad inmejorable que tiene el Ejecutivo para señalar fallas, y que no resulta tan buena para identificar soluciones.
Nos referimos, por ejemplo, al corte de tajo de los fondos discrecionales del Ramo 23, del que tanto abusaron gobiernos anteriores. Pero no lo duden: cercenarlo no es una solución, es apenas una reacción. Tampoco ayuda meter con calzador la estructura de los superdelegados sin mejorar el escenario de la asignación de recursos.
Veamos el quid del problema. En 2019 se enviará el 30% del presupuesto federal (1.6 billones de pesos) a los estados en participaciones y transferencias. Y gran parte de estos dineros se reparten premiando la inercia y el statu quo, sin alentar el cambio o transformación que tanto anhelamos. El principal fondo se reparte en función de la cantidad de población que tiene cada estado; también incluye otros factores, como el crecimiento económico y el esfuerzo fiscal a nivel local, pero el peso definitivo se lo da la cantidad de población.
Históricamente se ha desaprovechado la oportunidad de premiar o impulsar a través del SCF las prácticas y esfuerzos de los gobiernos estatales en materia de crecimiento económico, recaudación local, construcción de capacidades institucionales, así como sus resultados tangibles de política pública, los que en verdad mejoran la vida de los mexicanos –el abatimiento de la pobreza y de la inseguridad, como ejemplos notables–. En el terreno de la corrupción, el SCF no desalienta la falta rendición de cuentas, la mala calidad del gasto, el daño al erario federal o las malas prácticas de contratación preservadas en la regulación local.

¿Es este el statu quo que AMLO quiere preservar?

Es la primera vez en la era moderna de México que un presidente emanado de un partido de oposición tiene el suficiente poder en los Congresos como para introducir cambios sustantivos al SCF. Alguien dijo que sólo en los momentos de crisis la imaginación es más importante que el conocimiento. AMLO requiere dejar la obsesión por Pemex e imaginar qué tanto podría transformar a México si en conjunto con los gobernadores se atendieran las deficiencias del SCF.