¿Quién vigila a Pemex y CFE?

Por María Fernanda Ballesteros (@mfballe) | El Sol de México

El ‘lugar’ donde este gobierno tiene fincadas sus esperanzas está sumido en una crisis. Pemex y CFE, las Empresas Productivas del Estado, llamadas a ser las palancas del desarrollo de la Cuarta Transformación, están al borde del colapso. No son productivas, ni mucho menos están en posibilidades de promover el desarrollo del país. Su lucha es otra: por la supervivencia.

Los datos hablan por sí mismos. A pesar de que las dos empresas ejecutarán este año aproximadamente el 20% del gasto público, Pemex presentó en julio pasado el nivel de producción más bajo en 40 años. El desplome, tanto de barriles como de ingresos, ha abierto el debate desde la perspectiva financiera. Pero los retos de Pemex y CFE van más allá. Los números son un reflejo de pobres decisiones y de fallas en su gobierno corporativo.

Las dudas surgen desde los mismos planes de negocios que sus órganos de gobierno han trazado para los años por venir. ¿Está el enfoque en las actividades de mayor potencial para la rentabilidad de las empresas? ¿Se plantea cómo se reinventarán sus negocios con la transición energética? ¿Es claro cómo están funcionando los mecanismos para prevenir la corrupción al interior? ¿Se cuestiona la forma de aminorar el impacto social y ambiental para las comunidades en las que llevan a cabo sus actividades? No hay respuestas. El rumbo no luce prometedor.

Hay que decir que la tan vilipendiada Reforma Energética planteó cambios justamente para que esas preguntas no se quedaran en el aire. Buscó modificar las estructuras de los órganos de gobierno y los procesos al interior de las EPE para que la planeación y decisiones, así como la ejecución de los recursos, fuera diferente, más profesionalizada y menos politizada. No ha sido así.

Esa carencia hoy es especialmente problemática. Las situaciones de crisis exigen que los dueños de las empresas, de cualquier empresa, den un paso al frente. Este gobierno sí ha dado un paso al frente, pero de la peor manera posible: ha sobreprotegido a las EPE frente a sus competidores, les ha dado recursos a manos llenas sin pedir algo a cambio, ha justificado su falta de resultados sin hacer una evaluación de lo que está pasando.

A estas empresas hay que exigirles cuentas, y el principal responsable para ello es el Estado, su único dueño. Desde México Evalúa hemos estudiado las características del gobierno corporativo de las EPE y hemos planteado algunas recomendaciones a sus órganos de gobierno. Nuestro siguiente paso ha sido analizar a las entidades del Estado que, como dueños de estas empresas, deben impulsar mejoras en su desempeño. Ese análisis cobra forma en el Mapa de Vigilancia del Estado sobre sus empresas productivas, que presentaremos el 8 de septiembre.

Con este mapa pretendemos hacer el diagnóstico que faltaba en el nuevo arreglo de las EPE con respecto a las entidades del Estado que las vigilan, a través de diferentes funciones: el Estado como dueño de empresas, como regulador de jugadores en un mercado y como garante del interés de la sociedad y las comunidades que se ven afectadas por las actividades que realizan. Es importante exhibir estas relaciones, y evaluar si funcionan o no.

Además de identificar a estas entidades y subrayar la necesidad de que cumplan con su función de vigilantes, identificamos algunas problemáticas en estas relaciones y trazamos recomendaciones con pueden alimentar discusiones más profundas, sobre todo ante el probable escenario de que en 2021 se revise la Reforma Energética. Si esa es la agenda legislativa prioritaria del presidente, más vale que se vayan enriqueciendo los diagnósticos.