Luz y sombra del homicidio a nivel local

Uno de los delitos más temidos por los mexicanos está comenzando a contagiar a un número mayor de vecindarios. En los últimos dos años, las entidades federativas han comenzado a convergir no sólo hacia un esquema de mayor visibilidad y conocimiento de homicidios locales, sino a un escenario de mayor violencia letal.

Jimena David (@jimena_dag) y Jonathan Furszyfer (@JonFdr) / Animal Político

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, México padece una epidemia de homicidios. Como indican las estadísticas delictivas publicadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Publica (SESNSP), la violencia letal en el país ha aumentado constantemente en los últimos dos años, alcanzando 1,938 averiguaciones previas de homicidios dolosos en agosto de 2016 –la cifra más alta en lo que va del sexenio de Enrique Peña Nieto.

Todos nosotros hemos visto reportajes o leído notas periodísticas sobre la perpetración de este grave delito en alguna región del país. Probablemente, supimos de las mujeres asesinadas en Juárez o de algún homicidio cometido en el transporte público en la zona conurbada del Estado de México, por mencionar algunos ejemplos. Pero, ¿qué tan cercano a nosotros es este fenómeno? ¿Alguna vez hemos presenciado o escuchado que algún homicidio ocurrió muy cerca de nuestro domicilio?

Si bien esta epidemia es de dominio público, vale la pena explorar la proporción de comunidades que enfrentan de cerca este problema a nivel nacional y estatal, para conocer cuáles vecindarios han perdido la noción de paz y orden social.

Con la finalidad de responder estas preguntas, empleamos la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción Ciudadana (Envipe) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), cuya última edición se publicó hace apenas unos días[1].

Como muestra el siguiente gráfico, la violencia letal en el país nos pega muy de cerca.

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En promedio, desde el 2010, 17 de cada 100 mexicanos mayores de 18 años sabe o se ha enterado de una situación de homicidio alrededor de su vivienda. Adicionalmente, esta cifra ha ido en aumento: del 2011 al 2015 notamos que este delito ha alcanzado una mayor visibilidad a nivel local, al incrementarse en un 38%.

A nivel estatal, como podemos ver en la siguiente animación, existen diferencias notables. Por ejemplo, casi 4 de cada 10 chihuahuenses en 2010 estuvieron al tanto de esta grave situación alrededor de su vivienda. Del 2011 al 2015, en Morelos y el Estado de México, más del 23 % de sus respectivos ciudadanos dijeron saber o haber escuchado de algún asesinato cerca de su domicilio. En cambio, en Yucatán, caracterizado por una baja incidencia de homicidios, este porcentaje alcanzó al 14% de la población en 2015.

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Finalmente, exploramos la correlación entre la visibilidad y la incidencia real del homicidio. Para esto, cruzamos los resultados de la Envipe (eje vertical) con el número total de averiguaciones previas de homicidios dolosos (eje horizontal) desde el año 2010 hasta el 2015.

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Los resultados corroboran la relación positiva entre la visibilidad y la perpetración del homicidio. Al mismo tiempo, esta visualización permite clasificar a México a lo largo de un espectro de violencia letal. En el cuadrante superior, observamos estados caracterizados por la carencia de paz y orden social en gran parte de sus vecindarios. Por el contrario, en el extremo inferior izquierdo, observamos entidades que han logrado mantener un orden social generalizado, conformado por una baja visibilidad y concentración de homicidios a nivel local.

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En algunos estados, esta relación es negativa. Es decir, a medida que aumentan los homicidios, el conocimiento de éstos disminuye y viceversa. Estas entidades, como San Luis Potosí, Jalisco y Quintana Roo, son paradójicas y sería interesante explorar las razones detrás de este efecto. A manera de hipótesis, estos resultados podrían sugerir un problema de sensibilidad social en la pregunta, que existe un subregistro de averiguaciones previas de homicidios dolosos o que las diversas guerras internas en dichas entidades se desarrollan entre las sombras y a espaldas de los ciudadanos.

Como hemos argumentado anteriormente, el homicidio no es un delito de prevalencia homogénea, sino que tiende a concentrarse en áreas geográficas muy particulares, incluso dentro de un solo municipio. Con base en estos resultados, uno de los delitos más temidos por los mexicanos está comenzando a contagiar a un número mayor de vecindarios. En los últimos dos años, las entidades federativas han comenzado a convergir no sólo hacia un esquema de mayor visibilidad y conocimiento de homicidios locales, sino a un escenario de mayor violencia letal. Esto tiene implicaciones graves, como la pérdida del orden social en varios espacios del país y, probablemente, un debilitamiento de la confianza ciudadana sobre las instituciones de seguridad del Estado.

* Jimena David es Investigadora del Programa de Seguridad de México Evalúa (@mexevalua) y Jonathan Furszyfer es Coordinador del mismo. Los autores agradecen la edición y comentarios de Laurence Pantin, Mónica Ayala, Jesús Gallegos y Alan López, y las ilustraciones de Miguel Cedillo.

[1] La pregunta de la Envipe es: “¿Sabe usted o ha escuchado si en los alrededores de su vivienda suceden las siguientes situaciones?” [Homicidio].