Más lágrimas: el presupuesto 2020 para cuidado infantil

Mariana Campos (@mariana_c_v), Xhail Balam (@XhailBL) y Liliana Ruiz (@Liliana_Ruzi| Animal Político

El Paquete Económico 2020 se entregó al Congreso hace casi un mes. Lamentablemente, nuestro análisis sigue revelando malas noticias, y esta vez se trata del presupuesto para servicios de cuidado infantil. ¿Qué está ocurriendo?

El presupuesto total para servicios públicos de cuidado infantil continúa a la baja: se contempla una reducción de 2% (-276 millones de pesos, mdp) con respecto a lo aprobado en 2019. Es una tendencia que si bien no es nueva —la venimos observando desde 2016­—, sí nos preocupa mucho.

Específicamente, el programa de Apoyos para el Bienestar de Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras, que antes se llamaba Programa de Estancias Infantiles, es el que más recortes ha tenido desde 2016. Tristemente, estos recortes han ocurrido –como ya hemos dicho en ocasiones anteriores– a pesar de que el programa contaba con evaluaciones positivas[1].

Dicho Programa era operado de manera conjunta por la Secretaría de Bienestar y de Salud. En el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2019 el total del programa tuvo un recorte en su presupuesto de 54% (-2,256 mdp), con respecto al aprobado en 2018. Pues bien, en el PPEF 2020 el componente operado por la Secretaría de Salud desaparece por completo. Y la operación queda a cargo de la Secretaría de Bienestar, lo que significa un recorte de 7% (-77 mdp) al presupuesto total con respecto a 2019.

Fuera de la seguridad social, el desamparo

Otro programa de cuidado para niños en el que se propone un recorte para el próximo año es el de Servicios de Estancias de Bienestar y Desarrollo Infantil del ISSSTE, con una disminución de 5% (-93 mdp) respecto a lo aprobado en 2019.

En el caso de los Servicios de Guardería del IMSS se contempla un reducción de 0.2%, con respecto al PEF 2019.

Al observar con más detalle el presupuesto destinado para servicios de cuidado infantil detectamos algo aún más grave. Al desagregar en madres y padres beneficiarios, con y sin seguridad social, vemos que, del total del presupuesto para estos servicios en el PPEF 2020, el 87% se destinará a derechohabientes del IMSS e ISSSTE. Sólo el 13% servirá para atender hijos de madres y padres sin seguridad social. En 2013 el porcentaje del presupuesto destinado a niños y niñas hijos de padres sin seguridad social era de 27%. Es decir, el presupuesto propuesto para 2020 implica una reducción de 14 puntos porcentuales para los niños cuyos padres no tienen seguridad social. Esta tendencia se observa desde 2013, pero en el PEF 2019 el presupuesto se reduce dramáticamente. En palabras domingueras: el presupuesto planea destinar menos recursos a las familias sin prestaciones sociales, que son aquéllos que no tienen acceso a la seguridad social, que no tienen acceso ni al IMSS ni al ISSSTE, mucho menos a servicios del sector privado, para empezar.

Drama nacional

Por lo demás, los efectos que ha tenido el recorte al programa antes llamado Estancias Infantiles se pueden notar en la cantidad de niños y niñas atendidos. A junio de 2019, se registra que 432,089 infantes asisten a los servicios de cuidado infantil del IMSS, ISSSTE y afiliados a la Secretaría de Bienestar[2]. De ellos, el 36% utiliza Estancias Infantiles con el apoyo otorgado por la Secretaría de Bienestar, el 37% servicios del IMSS y el 5% del ISSSTE.


Si bien el porcentaje de niños que asisten a una estancia con el apoyo otorgado por la Secretaría de Bienestar es similar al de los infantes que atienden los servicios del IMSS, la similitud se debe a la reducción del 40% en los niños atendidos a través de las transferencias de la Secretaría de Bienestar, ocasionado por el recorte en el presupuesto a estancias en 2019. Como se puede ver, el impacto ha sido dramático. La Secretaría de Bienestar reporta un avance de 92.6% en la meta de niños atendidos en 2019. No obstante, esto representa 132,281 niños atendidos menos, en comparación con 2018[3]. Indica que la reducción en el número de niños atendidos se debe a que no se localizaron durante el censo realizado por la institución. Hasta la fecha, la lista de estos niños no es pública.

El Gobierno Federal destina más recursos por niño atendido en servicios de cuidado del IMSS e ISSSTE, que a los niños y niñas de familias sin seguridad social. Con los niños atendidos hasta junio de 2019, se calcula que se destinarán anualmente 60,968 pesos por niño en el IMSS y 59,382 pesos por niño atendido en el ISSSTE, mientras que por cada niño atendido a través del programa de la Secretaría de Bienestar durante 2019 sólo se erogarán 11,089 pesos[4].

El Programa de la Secretaría de Bienestar también tuvo cambios en las Reglas de Operación, a pesar de las evaluaciones que documentaban la incidencia positiva en lo que toca al acceso de las madres al mercado laboral. Bajo la modalidad actual, el apoyo económico se entrega directamente a las madres beneficiarias mediante pagos bancarios y no a las responsables de las estancias. El fin es evitar trámites y mecanismos que propicien la corrupción. Sin embargo, no se señala claramente el mecanismo por el cual se evaluará que los recursos económicos se utilicen para los fines destinados o si se monitorearán las estancias en operación. Sabemos, hasta el momento[5], que la subsecretaria de Bienestar ha manifestado que para evaluar el correcto uso de los recursos se confiará en las decisiones de las madres con respecto al cuidado de sus hijos y se implementará un sistema de cuidados que se basará en medidas subjetivas de bienestar, aplicadas a los niños y niñas.


En un país en donde la brecha de género en el mercado laboral es de las más grandes de América Latina[6], es indispensable asignar los recursos a las verdaderas prioridades. Sin lugar a dudas, las mujeres y nuestros niños y niñas lo son. Además de lo que significa para el avance de la agenda del cumplimiento de los derechos, apostar por mejorar la condición del empleo de las mujeres es apostar por la reducción de los obstáculos para el crecimiento y desarrollo económico.

El gobierno no sólo debe asignar un mayor presupuesto al cuidado infantil. Debe plantear soluciones integrales y con garantía de ser efectivas en materia de protección social, que sí ayuden a las familias a controlar las vulnerabilidades que enfrentan ya sea por su condición socieconómica, por las etapas que atraviesan en el ciclo de vida o ambas. Y, por supuesto, que promuevan la reducción de la desigualdad y no lo contrario. En este contexto, una próxima discusión fiscal debe incluir soluciones de ese tipo.


[1] De acuerdo con evaluaciones externas se considera que este programa es prioritario por los beneficios que provee a sus beneficiarios y el avance en el cumplimiento de sus metas. El think tank Gesoc (Gestión Social) asignó una calificación de 96 de 100 puntos al diseño del programa de Estancias Infantiles en su herramienta de evaluación “Índice de Desempleo de los Programas Públicos Federales 2018”. De igual manera, el Coneval documentó, con información de las evaluaciones externas que coordina, que 90% de las madres, padres o tutores de los menores que asisten a las Estancias obtienen 33 horas a la semana para trabajar o estudiar y gracias a ello una mayoría ha permanecido en su empleo o programa de estudios.
[2] Los datos presentados a 2019 corresponde a las cifras presentadas por la Secretaría de Bienestar el 28 de mayo de 2019 en conferencia de prensa. La meta del programa a 2019 es atender a 213 mil 437 infantes.
[3] De acuerdo con el Comunicado 068 de la Secretaría de Bienestar, en 2018 se atendieron 330,000 niños.
[4] Los gastos calculados por infante incluyen los costos operativos de los programas y se calculan con base en el presupuesto asignado.
[5] De acuerdo con la entrevista realizada a la subsecretaría de Bienestar, Ariadna Montiel, en “En EF y por Adela” del Financiero Bloomberg el 19 de septiembre de 2019.
[6] David Kaplan y Claudia Piras (2019) indican que la diferencia entre la tasa de participación de los hombres y la tasa de participación de las mujeres es la segunda más grande de la región, solo menor que Guatemala. Mientras que la tasa de participación de las mujeres es la cuarta más baja de la región, se encuentra por encima de Guatemala, el Salvador y Honduras,