La justicia debe modernizarse
Por Mara Gómez (@DoctoraMaraGo) y Arturo Velázquez
Entre todas las evidencias que recolectamos al mirar el año que se va, elegimos una: la transformación de la justicia es ahora, o quizá nunca. A los enormes retos habituales de la justicia —es lenta, complicada, a veces inaccesible y en demasiadas ocasiones no resuelve los conflictos— se suma el hecho de que el sistema acusatorio no acaba de consolidarse en todo el país. Por si fuera poco, en el horizonte inmediato cobra forma una catástrofe: la posibilidad real de que por medio de la aprobación de nuevas leyes se retroceda en la protección a los derechos humanos y se genere aún más desconfianza hacia las instituciones.
Pero también ha habido señales de sobra para la esperanza. Una de las más grandes, para nosotros, se dio a finales de noviembre, cuando se llevó a cabo el Primer Foro Internacional: La Innovación en la Justicia, que organizamos desde México Evalúa con la colaboración de la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad.
El encuentro, en el que participaron 83 ponentes y conferencistas de 18 países, se desarrolló completamente en línea, en 22 segmentos de conferencias magistrales, paneles y entrevistas. La misión: reflexionar y aprender sobre las prácticas de innovación en la justicia más destacadas en el mundo. El tono fue de urgencia. La humanidad será muy distinta después de la pandemia, y la justicia necesita acelerar su evolución; debe trascender las formas tradicionales de impartir justicia por medio de mecanismos más sencillos y creativos, que utilicen la tecnología, y que ayuden a prevenir y resolver conflictos sociales. Revisemos algunas de las ideas que se pusieron sobre la mesa durante el Foro.
Simplificando la justicia
¿Qué tan lejos está hoy la justicia de las necesidades de la gente? Maaike de Lange, directora de investigación de justicia del Centro de Cooperación Internacional, y encargada de dar una de las conferencias magistrales del Foro, le puso cifras a la brecha: 5.1 mil millones de personas en el mundo están privadas de justicia, por diferentes razones… A la mayoría (4.5 mil millones) se les excluye de las oportunidades políticas, sociales y económicas que la justicia provee; 1.5 mil millones tienen un problema de justicia criminal, administrativa o civil que no pueden resolver, y finalmente 253 millones simplemente viven en condiciones extremas de injusticia. De ese tamaño es el problema y la necesidad de innovación. El primer paso, de Lange recuerda, es poner a las personas en el centro de la justicia.
El segundo paso es ampliar el espectro de soluciones. Y es que a pesar de lo que solemos pensar los abogados, existen formas de hacer justicia que no son judiciales. Mecanismos que, a través del acercamiento social, la simplificación de los trámites, la posibilidad de llegar a acuerdos y la solución efectiva de los conflictos, incentivan la convivencia comunitaria pacífica, la inclusión de poblaciones vulnerables y la reconstrucción de las relaciones sociales.
Eleanor Thompson, directora en Namati, una organización de empoderamiento legal que actúa, sobre todo, en países africanos, lo explico con sencillez absoluta: en la mayoría de las comunidades rurales del mundo los principales conflictos no giran en torno a la criminalidad o al belicismo, sino a problemas civiles o familiares y, principalmente, a las disputas por la tierra y el agua. Por eso, en algunas naciones ha sido enormemente provechoso implementar mecanismos comunales de mediación con una perspectiva restaurativa y de conciliación.
Antoine Brossier, director de una institución alemana que se dedica a la mediación, detalló la naturaleza de la mediación en el contexto de la justicia restaurativa, que toma un camino alternativo a la simple repartición de culpas y castigos. Lo hizo con una historia sencilla que transcurre en un partido de futbol en el que los ánimos se desbordan y producen violencia: partidarios de un equipo contra los partidarios del otro. La intervención no consistió en multas estratosféricas o prisión, sino en el diálogo, en juntar a las partes y dar espacio a las disculpas mutuas. Los aficionados de estos equipos no volvieron a pelear. Se logró una ‘justicia sostenible’, si se puede decir.
Digitalizando la justicia
Tras la simplificación (o en paralelo), viene la evolución. Cuando hablamos de modernizar la justicia, automáticamente pensamos en cables, internet y en la instalación de software y computadoras en los juzgados. Sin embargo, el panorama de la modernización de los sistemas de justicia tiene horizontes más amplios. Uno clarísimo: el ánimo de innovación que la práctica periodística le ha dado a la justicia. Thomas Verfuss, representante de la organización Periodistas por la Justicia de La Haya, recordó que la Corte Penal Internacional no hubiera podido desarrollarse como lo ha hecho sin la participación del periodismo de investigación.
La modernización, además, no es un objetivo abstracto. Es un programa… y hasta un cronograma. Recomendamos muchísimo seguir de cerca el proyecto “La senda hacia el cambio: los retos de 100 días en los sistemas de justicia penal mexicanos”, que lidera Echo Collins-Egan, del Rapid Results Institute.
Con todo, en el camino hacia la innovación de la justicia hay indudablemente un componente de digitalización, un tema que adquirió la mayor importancia tras las medidas distanciamiento social que la pandemia desencadenó a lo largo del año.
Numerosos ejemplos de buenas prácticas en justicia digital se presentaron en el foro, y nada que no pueda aplicarse en nuestro país (sólo haría falta voluntad política). Destacamos el proyecto “Prometea”, un sistema desarrollado por la Fiscalía de Buenos Aires que aplica inteligencia artificial (IA) para preparar automáticamente dictámenes judiciales. La herramienta le ha permitido a la Fiscalía incrementar la eficiencia de sus procesos hasta en un 90%.
Un par de recomendaciones más: Iván Rodríguez trabaja, desde la informática, en la modernización de los poderes judiciales. Específicamente, en la implementación de la firma digital en México. Y no dejen de leer nuestra Guía de buenas prácticas en el uso de nuevas tecnologías para la impartición de justicia, un documento que identifica prácticas exitosas en el desarrollo de herramientas de justicia digital a nivel nacional e internacional.
Este foro, al que se inscribieron más de mil personas, contó para su realización con el apoyo del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM; la Embajada de Francia en México; la Barra Mexicana de Abogados; el Instituto para el Fortalecimiento del Estado de Derecho; la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del ITESM; la Due Process of Law Foundation, y el Centro de Estudios de Justicia para las Américas de la OEA.
¿Tienes curiosidad de enterarte de los avances más importantes en materia de innovación de la justicia en el mundo? Puedes consultar el foro íntegro en: Primer Foro Internacional de Innovación en la Justicia.