Homicidios y defunciones en CDMX: hagamos las preguntas correctas (segunda parte)

Por Céline González (@celinefa) y Sandra Ley (@sjleyg) | Nexos

En la primera entrega asentamos las bases para entender los datos de defunciones del Inegi mediante la clasificación CIE-10, y analizamos las tendencias de defunciones de manera desagregada. Descubrimos que el incremento de defunciones ‘no determinadas’ no sólo ocurrió en el periodo de gobierno de Claudia Sheinbaum; también durante el gobierno de Miguel Ángel Mancera. Además, observamos que la subcategoría que más contribuyó a las defunciones ‘no determinadas’ es la subcategoría Y349 en donde no contamos con ningún tipo de información sobre la intencionalidad, el medio y el lugar de la defunción. Por ello, en esta segunda entrega seguiremos con el análisis de las defunciones en el gobierno de Sheinbaum y realizaremos varias preguntas que –urgentemente—deben responder las autoridades fiscales, forenses y de salud. 

Defunciones bajo el gobierno de Sheinbaum (2018-2023)

Como mostramos en la Figura 7, la categoría de defunciones por causas no determinadas siguió en aumento en el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum, principalmente debido al crecimiento de las dos categorías que ya venían en aumento bajo Mancera: aquellas causas de defunción para las que no tenemos mayor información sobre su intencionalidad, y aquéllas de las que desconocemos el medio utilizado (Y349 y Y344). En 2020 hay una caída sustancial de este tipo de defunciones, posiblemente atribuible a las políticas de restricción de la movilidad derivadas de la pandemia por covid-19. Tras este periodo sin igual, sin embargo, se observa un aumento de defunciones no determinadas, inducido, una vez más, por las defunciones de cuyo medio utilizado no sabemos nada (Y349 y Y344).

Hay, además, cambios inquietantes en los casos de ‘ahorcamiento, estrangulamiento y sofocación, de intención no determinada en vivienda’ (Y200): primero caen entre 2019 y 2020, para aumentar entre 2020 y 2022. Esto es interesante porque las defunciones ‘por suicidio’ mediante ‘ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación en vivienda’ (X700, Figura 10) aumentan entre 2019 y 2020, para reducirse en los años subsecuentes. De nuevo, esto genera dudas en torno a los criterios de clasificación y al conocimiento de la intencionalidad de los hechos. Finalmente, llama la atención que la categoría de defunciones de intención no determinada con armas de fuego muestra una reducción a partir de 2020. Estos patrones nos llevan nuevamente a estudiar el conjunto de categorías de defunciones y tratar de comprender los cambios que ocurren en paralelo durante estos años.



Dada la prevalencia de casos de ahorcamiento en la categoría de defunciones no determinadas, persiste lo identificado en las defunciones por suicidio, las cuales aumentan en 2020 y se reducen en los dos años posteriores (Figura 8). Este comportamiento es, sobre todo, el resultado de cambios en la categoría de ‘lesión autoinfligida intencionalmente por ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación en vivienda’ (X700), y posiblemente responde a las restricciones de movilidad provocadas por la pandemia. Sin embargo, es importante recalcar que este patrón va en sentido contrario a lo que se observa en las defunciones no determinadas por ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación en vivienda (Y200 en Figura 7), las cuales se reducen en 2020 y se incrementan en los años subsecuentes.



Por lo demás, los homicidios bajo el gobierno de Sheinbaum se mantienen estables de 2018 a 2020. Es en 2021 cuando se empieza a registrar una reducción sustancial de ellos, que pasan de 1,334 en 2020 a 1,072 en 2021, y recientemente a 742 en 2022. La mayor reducción proviene de las agresiones con arma de fuego. Este patrón sí sería consistente con lo observado en defunciones por causas no determinadas, donde la categoría de disparo con armas de fuego (Y249 en Figura 7) igualmente va a la baja. Una posible explicación es que el encierro por la pandemia redujera el uso de armas de fuego en la vía pública. Otra posibilidad es que el programa de desarme voluntario tuviera una repercusión en estos indicadores, aunque parece una explicación parcial, dado que su presupuesto y alcance se ha limitado.



Por otra parte, las defunciones por accidentes se elevan casi a la par de las defunciones no determinadas. Como lo muestra la Figura 10, el primer impulso detrás de tal aumento en 2020 proviene de motociclistas lesionados (V299). Una posible explicación es el aumento durante la pandemia de la demanda de servicios de envío a domicilio mediante aplicaciones, que principalmente emplean a motociclistas, sin mayor protección frente al alto riesgo que enfrentan en las calles. El segundo mayor crecimiento en este grupo de defunciones ocurre en 2022, como resultado de la categoría anteriormente referida junto con otra categoría de lesiones, de la cual no tenemos mayor información: ‘exposición a factores no especificados que causan otras lesiones’ (X599). He aquí otra muestra de la falta de información que tenemos sobre el conjunto de defunciones.



El perfil de las defunciones ‘no determinadas’ en la Ciudad de México

El incremento de las defunciones por causas no determinadas entre 2020 y 2022 proviene principalmente de dos subcategorías: ‘evento no especificado, de intención no determinada, en lugar no especificado’ (Y349) y ‘ahorcamiento, estrangulamiento y sofocación, de intención no determinada en vivienda’ (Y200). Veamos los perfiles y lugares de ocurrencia de estos dos tipos de eventos.

En lo que refiere a la subcategoría (Y349) encontramos que la mayoría de las víctimas son hombres adultos entre 30 y 44 años (Figura 11). La mayor parte del alza reciente de estas defunciones ha ocurrido en las alcaldías de Gustavo A. Madero, Tlalpan y Cuauhtémoc (Figura 12).




Por su parte, en la subcategoría (Y200) –‘ahorcamiento, estrangulamiento y sofocación, de intención no determinada en vivienda’–, observamos que, comparado con la subcategoría anterior, hay un mayor número de víctimas mujeres jóvenes entre los 15 y 29 años (Figura 13). La mayor parte del alza reciente de estas defunciones ha ocurrido en las alcaldía de Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc y Tlalpan (Figura 14), lugares que sabemos concentran el mayor número de feminicidios en la Ciudad de México.




Conclusiones

Una de las hipótesis más clamorosas sobre el inusual aumento de defunciones ‘no determinadas’ es que el gobierno actual de la Ciudad de México está ‘maquillando’ datos para disminuir las defunciones por homicidio, al registrar un mayor número de defunciones en esa categoría. ¿Se puede tener certeza de eso, con los datos disponibles del Inegi? No, se requeriría de algún tipo de comunicación (formal o informal) sobre criterios para la recategorización de las distintas intencionalidades de defunciones. Por ello, ésta sólo sigue siendo una hipótesis entre otras, y necesitamos más y mejor evidencia para saber qué ocurre detrás de las tendencias aquí presentadas.

Lo que sí quedan son estas preguntas:

  • ¿Por qué no podemos saber nada (ni intencionalidad, ni medio utilizado, ni lugar del hecho) de gran parte de las defunciones en la Ciudad de México? (las cuales ascendieron a 1,538 en 2022).
  • ¿Cuáles son los criterios para la clasificación de suicidios? Específicamente, ¿cómo se explica el movimiento paralelo de eventos por ahogamiento, estrangulación o sofocación en vivienda, a veces categorizados como suicidios y otras más como defunciones no determinadas? ¿En qué medida son suicidios o violencia doméstica, dado que se observa que hay un mayor número de mujeres víctimas de este tipo de evento?
  • Ante un descenso en muertes con arma de fuego en el periodo más reciente, ¿cómo y de qué manera se ha logrado tal reducción? Ofrecer evidencia como respuesta sería clave para desarrollar más políticas públicas que efectivamente puedan contener tal violencia armada.

Asimismo, surgen tantas dudas a partir de estos datos que las autoridades deberían dar a conocer detalles sobre ciertos procesos álgidos:

  • ¿Podría haber procesos que afecten la cadena de custodia cuando muere una persona en la Ciudad de México y que estén favoreciendo el aumento de defunciones por causas no determinadas?
  • ¿En qué medida se coordinan autoridades forenses, ministeriales y de salud? Específicamente, ¿cuáles son los criterios que guían la clasificación de defunciones, tanto desde los ministerios públicos como desde el Instituto de Servicios Periciales y Ciencias Forenses (INCIFO)? ¿Qué retos de capacitación y/o recursos enfrentan estas autoridades para mejor y mayor clasificación de las defunciones?
  • ¿Qué procesos de investigación pueden guiar lo que ocurre con el grupo de defunciones de intención no determinada, en lugar no especificado, y dilucidar su ocurrencia o procesos detrás de tales eventos? Sin una respuesta satisfactoria, poco podremos hacer para prevenir su ocurrencia, tomando en cuenta que las defunciones no determinadas superan a los homicidios para el periodo 2012-2022 en la Ciudad de México.

En suma, más allá de las defunciones por causas no determinadas, a lo largo de la última década las defunciones por homicidio, accidente y suicidio evidencian que hay faltantes de información sobre medios utilizados y/o lugares de ocurrencia, lo que reitera una vez más la necesidad de aclarar procedimientos forenses y, eventualmente, de investigación.

*Metodología disponible aquí. En esta carpeta podrás encontrar las bases de datos que utilizamos para el análisis, así como el código R para replicar los resultados mostrados en el artículo Homicidios y defunciones en CDMX: hagamos las preguntas correctas.

*Si se utilizan datos o enfoques de este artículo, favor de citarlo de esta manera: “Según el análisis original de Céline González y Sandra Ley, del programa de Seguridad de México Evalúa”.