¿Se conformará el presidente con tan poco?
El análisis de cómo estamos una vez transcurrido el primer año de la nueva administración, parece obligado. Porque tanto el presidente como los mexicanos queremos que este gobierno sea exitoso.
El análisis de cómo estamos una vez transcurrido el primer año de la nueva administración, parece obligado. Porque tanto el presidente como los mexicanos queremos que este gobierno sea exitoso.
Impactante la facilidad con que el presidente ha desmantelado innumerables instituciones y leyes, pero no distinta a la forma en que se aprobaron las reformas anteriores y esa es la evidencia de nuestra debilidad institucional.
El presidente ha hecho bien en resistir la presión de los grupos clientelares en torno al presupuesto, pero también debe calibrar los instrumentos redistributivos que ha elegido para cumplir con su promesa de “primero los pobres”.
La nostalgia es mala consejera, pero no por eso deja de ser una realidad política; el problema es que la nostalgia está anclada en circunstancias que son irrepetibles y que, por lo tanto, su recreación sería perniciosa.
Los derechos humanos son un territorio casi sagrado. El Estado mexicano y sus instituciones deben encontrar en ellos un límite absoluto a su autoridad, esto es, no pueden hacer nada que los vulnere. Y eso hicieron en el Senado, en la elección de la titular de la CNDH.
Como ciudadanos nos toca tomar responsabilidad para exigir respuestas efectivas contra la violencia y en la atención a las víctimas. Nuestros silencios nos hacen cómplices de lo que hoy ocurre.
El ministro Arturo Zaldívar ofreció una conferencia de prensa en la que asume un compromiso con reformas para erradicar el nepotismo y corrupción en el poder judicial. Lo aplaudo. Pero lastima que no se haya querido pronunciar respecto al caso Medina Mora.
El país se encuentra ante una disyuntiva de enorme trascendencia: hacia un mejor futuro o hacia el autoritarismo. Ya no se puede pretender que nos encontramos en un momento de normalidad democrática.
Se cerró el penal de Topo Chico y, de nuevo, se destapó una caja de los horrores. Pero más allá de la anécdota, nos deja una preocupación: si el Gobierno no controla las cárceles, ¿cómo va a controlar el crimen en las calles?
Si hay un eslabón sobreatendido en estos días en la cadena de justicia es, precisamente, el judicial. En el primer año de esta legislatura se han presentado más de 35 iniciativas de ley que de una u otra manera tocan a los poderes judiciales de este país. ¿Están bien encaminadas?