Una apuesta inteligente por el sur
Por Edna Jaime (@ednajaime) | Reforma
Es un hecho que se necesita desarrollar el sur-sureste del país. Pienso que entre los temas que nos pueden unir tras un objetivo, éste debería ser uno. Por la búsqueda elemental de dignidad, principalmente, pero también por razones económicas y políticas. Imaginen la potencia que este país puede lograr si sus regiones rezagadas se ponen al día; si la población más marginada logra un acceso efectivo a sus derechos. Esto implicaría una revolución política en toda la extensión de la palabra. Mexicanos con derechos plenos tendrían un tablero de posibilidades para elegir. Podrían abandonar para siempre la posición de subordinación a la que los orillan los esquemas clientelares de relación con los gobiernos.
No podemos seguir siendo un país partido: un México de éxito y un México de atraso. Y por ello debemos asumir, como punto de partida, que se deben diseñar políticas públicas que cierren efectivamente las brechas que nos separan. Porque los procesos de convergencia económica no se dan en automático. Hay que trabajar para lograrlos. Se necesitan intervenciones inteligentes, que nazcan de una buena definición de los problemas.
Este tema está en la agenda pública en estos días, ahora que se discuten alternativas para mitigar los flujos migratorios. Mareas de personas se mueven desde el sur de nuestras fronteras y nuestro propio país hacia el vecino del norte, en búsqueda de oportunidades. Si ya estas regiones expulsaban a sus gentes por falta de opciones vitales, o por situaciones críticas de violencia o persecución política, lo que tenemos hoy es indescriptible. Todo se ha agudizado por efecto de la pandemia.
Los jugadores compulsivos suelen hacer apuestas fuertes. Para este 2021, en lo que respecta al gasto de inversión en proyectos de infraestructura del Gobierno federal, las fichas se ponen en pocos lugares.
Nuestro canciller ofreció un mensaje a los mexicanos, en el que nos informó de su reunión con autoridades estadounidenses para abordar este tema. Comentó que surgieron posibilidades de diálogo y alternativas de política pública para atender las condiciones de atraso económico de las zonas que expulsan a sus pobladores. No perdió la oportunidad para mencionar que el destino prioritario de inversión en esta administración es el sur. Y es estrictamente cierto. La cartera de inversión de este Gobierno, particularmente en 2021, está concentrada en los tres o cuatro proyectos prioritarios que se asientan en esta región del país. En un planteamiento de todo y nada. Todo para ellos, nada para el resto.
Los jugadores compulsivos suelen hacer apuestas fuertes. Para este 2021, en lo que respecta al gasto de inversión en proyectos de infraestructura del Gobierno federal, las fichas se ponen en pocos lugares. El 63% a Pemex; 10% a CFE. Para la Secretaría de Turismo toca un 8% (de éste, el 98% está destinado al Tren Maya); la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, un 7%, y la Defensa Nacional un 5% (y de él, un 88% corresponde al Aeropuerto de Santa Lucía). Si esta inversión se llega a ejecutar, se estarán destinando partidas importantes del presupuesto al desarrollo de proyectos en el sur. No hay garantía, sin embargo, de que estos cambien el perfil de la región. Corremos el riesgo de que queden incompletos, o como insignias de decisiones que se tomaron sobre las rodillas.
La contraparte de esta concentración de recursos en algunos ramos y en pocos proyectos, son aquellos ámbitos que quedan desatendidos. En nuestras circunstancias es muy llamativo, por decir lo menos, lo que se destina al sector salud (0.02% del total en inversión física en 2021) o al educativo (0.11%). Es peculiar la manera en que el presidente concibe el desarrollo de la región. No es generando capacidades en las personas o garantizando su acceso a derechos; es construyendo chimeneas contaminantes o, en su defecto, apilando ladrillos para el tren, lo que está en el centro de una estrategia para que la región salga de su atraso.
Dos Bocas parece un despropósito. La inversión en la refinería es muy alta y los retornos serán muy bajos. Tiene todo el ‘perfil’ de los proyectos que destruyen valor. Puede generar empleo y derrama económica, pero a un costo altísimo. Hay, sin duda, un mundo de posibilidades en materia de inversión (y también otros instrumentos de política pública) para desarrollar Tabasco, donde se asienta.
Del Corredor Transísmico, o el Tren Maya, se conoce poco, porque la información pública es muy escasa. En realidad, de las obras importantes de la administración pasada se publicó mucho más que lo que se ha hecho de estos proyectos (lo que no quiere decir que aquéllas hayan estado exentas de corrupción). El punto es que sin suficiente información es muy difícil hablar de su idoneidad.
Lo que es claro es que en México los proyectos de inversión física no persiguen objetivos precisos. Cuando hay planeación para el desarrollo, cada proyecto tiene una razón de ser, porque se conciben como piezas que van construyendo el futuro. Si nos hiciéramos seriamente la pregunta de cómo incentivar el desarrollo del sur-sureste del país a través de la inversión física, la respuesta nos obligaría a tener una visión más integradora. Una visión de país con énfasis en el objetivo de cerrar las brechas.
Lo reitero: este tema nos debería unir a todos, en lugar de dividirnos. Esto incluye a nuestros vecinos del norte y del sur. Lo que tenemos ya no es sostenible.