Mis lecturas 2020

Por Luis Rubio (@lrubiof) | Reforma

Terminé el año pasado leyendo un libro casi único en su género, y extraordinario en su trascendencia: la historia de dos revolucionarios vista por su hija. Hija de Revolucionarios, de Laurence Debray, cuenta la historia de sus padres antes de su nacimiento y a lo largo de su vida y lo que relata no es algo de lo que sus progenitores podrían estar orgullosos. Cuando las prioridades son la guerra y la lujuria, el prestigio personal y la influencia política, la hija queda siempre marginada. No hay acusación más brutal, directa e indisputable —y dolorosa— que la de una hija y los Debray acaban saliendo mal parados. Dicho eso, el libro cuenta detalles excepcionales de dos vidas extraordinarias, desde el encarcelamiento de su padre Regis en Bolivia cuando el Che Guevara andaba intentando prender la revolución, hasta la majestuosidad de sus abuelos y la historia igualmente fantástica de la madre, Elizabeth Burgos, y pasando por Fidel Castro, Hugo Chávez y los tejemanejes del gobierno francés.

Uno de los mejores libros que leí este año es The Conservative Sensibility, de George F. Will, un comentarista que lleva décadas escribiendo en periódicos y comentando en la televisión. Históricamente conservador, este libro parece ser su legado intelectual en el que abandona buena parte de las premisas del conservadurismo estadounidense para afirmarse como un liberal integral, pero no uno, al estilo libertario norteamericano, que decide alejarse de la civilización sino, al revés, uno convencido de la importancia de actuar en el mundo real, diagnosticar los problemas, proponer soluciones, criticar acciones gubernamentales y estar activo en las disputas centrales de las ideas que caracterizan a la sociedad.

La existencia hoy de rivales sustitutos del gobernante debería haber terminado con la corrupción, pero todo parece indicar que la sustitución de gobernantes (alternancia) no ha modificado la conducta deshonesta.

En Instituciones, inequidad y sistema de privilegios en México, Cuauhtémoc López Guzmán, académico de la Universidad Autónoma de Baja California, escribe un espléndido ensayo sobre la incompleta transición en que quedó atorado México. Un párrafo resume su argumento: “Gobiernos corruptos, empresarios rentistas y violaciones al Estado de derecho en México son el resultado de un orden institucional depredador instaurado desde la colonia para el saqueo. La existencia hoy de rivales sustitutos del gobernante debería haber terminado con la corrupción, pero todo parece indicar que la sustitución de gobernantes (alternancia) no ha modificado la conducta deshonesta, pues las oportunidades de enriquecimiento y los privilegios siguen inalterados”. El libro es especialmente relevante ahora que ya han estado en la presidencia las tres fuerzas políticas principales sin que se altere ni en una coma el sistema de privilegios. El problema está en otra parte.

Christopher Caldwell* escribe una de los mejores análisis que haya yo leído sobre el cambio político que ha caracterizado a EUA en las pasadas décadas. El corazón de su argumento es que la tan celebrada legislación en materia de derechos civiles de 1964, la que liberó a los negros y abrió una nueva era hacia la igualdad de oportunidades, también sembró la semilla de la división y alienación que ocurrieron algunas décadas después y que tuvieron el efecto de marginar particularmente a los hombres blancos. Una explicación histórica muy sofisticada de la brecha que aquella legislación abrió y que, medio siglo después, se materializó en la forma de Trump. Un análisis sin duda controversial, pero sumamente interesante y animado sobre la forma en que la política de identidad y la consagración de derechos y presupuestos para las minorías, creó una nueva minoría que acabó rebelándose en 2016 con la elección de Donald Trump.

Nadia Urbinati** argumenta que el populismo es una nueva forma de gobierno representativo, fundamentado en una relación directa entre el líder y quienes él (o ella) define como buenos. En contraste con la democracia representativa tradicional, donde el ganador de una elección representaba a todos por igual, el líder populista vive de ignorar a quienes considera sus adversarios, presionando con ello a toda la estructura constitucional existente, lo que abre la puerta al autoritarismo. El populismo resulta del crecimiento de la desigualdad, así como de la existencia de una “oligarquía rapaz” que se convierte en un blanco fácil en términos electorales. Su fortaleza radica en que rompe con las divisiones tradicionales de clases sociales e ideologías, pero su debilidad reside en que acaban depredando del mismo sistema al que atacaron y que los sostiene en el poder. Poderoso argumento.

La nueva lucha de clases*** de Michael Lind resume la perspectiva de los “olvidados” en la batalla que ha venido caracterizando a buena parte del mundo en la última década. Para Lind, la disputa es sobre el poder para decidir y éste ha sido concentrado en las últimas décadas en un sector de las sociedades que se caracteriza por sus credenciales formales (académicas, burocráticas o profesionales) lo que le confiere a sus integrantes una influencia desmedida sobre las decisiones. La solución radica en una democracia pluralista, presumiblemente una que no sea influenciada por profesionales de ningún tipo. Una oración resume su propuesta práctica: las “cuatro libertades neoliberales” (libre movimiento de personas, bienes, servicios y capital) deben ser reemplazados por las “cuatro regulaciones.”

*The Age of Entitlement, ** Me the People, ***The New Class War