La explicación pendiente
Edna Jaime (@EdnaJaime ) | El Financiero
La aprobación de la Guardia Nacional parece un hecho consumado. No creo que al presidente y a su partido en el Senado les cueste trabajo conseguir los votos necesarios para aprobar la reforma constitucional que le de sustento legal. Ya lo hicieron en la Cámara de Diputados. Tampoco veo dificultad en que esta iniciativa se apruebe en los estados. Por una simple razón. Los mexicanos aprueban de manera apabullante esta propuesta. No hay costo político. Al contrario, la iniciativa es muy popular lo mismo que el presidente que la impulsa. Subirse a esta ola es lo que conviene políticamente. Y a decir de las acciones del presidente en sus primeras semanas de gobierno, es difícil que se eche para atrás. No le tembló la mano al momento de cancelar el NAIM. No creo que consienta ningún cambio a esta decisión en la que se muestra tan o más firme.
A diferencia de otros temas abordados en campaña y a los que les ha sido completamente fiel, en el tema de la seguridad hay un viraje sustantivo que no alcanza a encuadrar con su visión general para la nación. El plan de seguridad que presentó hace unos días refleja esa disonancia entre una narrativa construida a partir de sus convicciones arraigadas, y que planteó a lo largo de la campaña y transición, y su decisión reciente y hasta abrupta de dar a militares el control de la seguridad pública. Por eso el documento no cuaja y es deficiente. Porque en sus planes para construir seguridad se cruzan sus obsesiones de siempre, justicia social, oportunidades, valores, combate a la corrupción, con un instrumento que no está alineado con ellas. Dos visiones que no hay manera de embonar.
Y la pregunta que está presente en el ambiente es qué hizo al presidente tomar esta decisión. ¿Qué sucedió entre las consultas montadas en diversos puntos del país que generaron la expectativa de un cambio de rumbo y la decisión de militarizar la seguridad pública? ¿Cuál fue el punto y la razón de la fractura?
Porque en la iniciativa del presidente no hay medias tintas. No hay un “necesitamos a las fuerzas armadas mientras construimos capacidades civiles”, tampoco un plan de salida. Menos mecanismos de control suficientes para garantizar el uso debido de la fuerza y los derechos humanos. Por eso el plan de seguridad presentado por esta administración puede decir muchas cosas pero al final dice solo una: la respuesta es la militar y reactiva. Lo demás son adiciones en el margen.
Podemos especular mucho sobre lo que llevó al presidente a esta decisión. Quizá en la medida que llegaba el turno de ocupar la presidencia, miro el problema con otros ojos, los del próximo responsable, y se asustó. Vio el enorme abismo entre la emergencia de hoy y la construcción de capacidades del mañana y decidió no tomar riesgos. Puede ser también que no haya encontrado en su equipo alguien que le presentara un proyecto viable, convincente, que ganara su confianza en esta materia. Supongo que la creación de la nueva secretaría de seguridad y protección ciudadana, se pensó para albergar en sus estructuras a la policía federal o lo que evolucionara de ella. Eso le daba razón de ser a su relanzamiento. Pero algo paso…
Hay una explicación que el presidente nos debe. Que nos permita atar cabos para entender su decisión. Que nos permita descifrar su poca fe en la construcción o fortalecimiento de instituciones civiles, para entender por qué desahució a la Policía Federal. Por qué no acepta llevar a la guardia nacional al plano civil, asegurando lo necesario para su profesionalización y su integridad. Por qué no acepta ponerle límites temporales e institucionales a la actuación del ejército.
Entiendo que un presidente con esos niveles de aprobación no necesita molestarse en responder preguntas, menos cuando encuentra tal desesperación en los ciudadanos que aclaman el populismo penal y el uso de la fuerza sin controles, sin reparar que los derechos más íntimos pueden estar en juego.
Ojalá me equivoque y el tema de la Guardia no sea caso cerrado. Que haya espacio para modelar algo mejor para el país, en sintonía con sus primeros mensajes: la construcción de paz desde las comunidades a partir de una series de instrumentos de política pública.
Si no es así, habrá algo que el presidente nos tendría que explicar.