Un homicidio no registrado nunca es un homicidio menos

Edna Jaime (@EdnaJaime) | El Financiero

Imagine usted que a un familiar suyo le quitan la vida. Lo matan. ¿Qué esperaría que las autoridades hicieran? Justicia, por supuesto. Que realizaran una investigación, encontraran al culpable y lo sancionaran.

Pero, ¿qué sucedería si las autoridades en vez de anotar un asesinato en su informe registraran un accidente, o de plano no lo registraran? El homicidio no se investigaría y quedaría impune. Su familiar sería un número más en el conjunto de casos de homicidios no resueltos. Y al final quedaría en el olvido.Sin embargo, si lo pensamos bien, la cadena de consecuencias no para allí. Un homicidio menos en los registros puede distorsionar el mapa del delito en una demarcación. Un dato no registrado adecuadamente cierra el acceso a la justicia. Un dato escondido o manipulado es un agravio para el ciudadano. Y en conjunto esto va dejando huellas indelebles que a base de acumularse generan decepción respecto al desempeño de las instituciones y falta de confianza en las autoridades. Por ese camino se enferma una sociedad.
Por eso contar y registrar bien es tan importante. Principalmente por respeto a las víctimas, reitero.

En México no contamos con estadísticas criminales confiables. Al menos no con el grado de desarrollo e institucionalización que la problemática demanda. Esto se puede deber a que las policías no reporten delitos para evadir la responsabilidad de una investigación. También es probable que los funcionarios del Ministerio Público se equivoquen al registrarlos. O tal vez las autoridades deciden modificar las cifras para demostrar que la seguridad ha mejorado en su ciudad. Cualquiera que sea la razón, el subregistro y la modificación de cifras delictivas es un problema gravísimo.
Mejorar la calidad de la información delictiva es un objetivo central de la misión de México Evalúa. Por eso, en 2016 formamos parte de un grupo de trabajo que colaboró en la creación la nueva metodología de registro de incidencia delictiva, aquélla que el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) publica mensualmente. Gracias a esa labor actualmente contamos con un mayor nivel de desagregación y una perspectiva de género en las cifras delictivas.

En 2017, elaboramos el reporte Cada Víctima Cuenta: hacia un sistema de información delictiva confiable, que identificó problemas en las cifras oficiales de incidencia, con especial atención en los reportes de homicidio intencional.

Dos años después decidimos emprender un nuevo proyecto. Rediseñamos la metodología y robustecimos nuestras técnicas estadísticas para captar otros aspectos del fenómeno. El resultado es Fallas de Origen 2019. Índice de Confiabilidad de la Estadística Criminal (ICEC), una herramienta anual que identifica y califica los problemas en la forma en que los estados están reportando la incidencia criminal, en específico, los datos sobre homicidios intencionales. El próximo martes presentaremos el estudio, que será comentado por destacados especialistas y operadores.
Las razones para insistir en la necesidad de registrar bien los delitos me parece evidente. La pregunta es si eventualmente lograremos este objetivo. Y a través de la reflexión y lo que hemos visto en los últimos años, la conclusión es que haciendo lo mismo no lograremos avanzar de manera franca en este asunto. Necesitamos de una instancia independiente que audite estos datos, además de no cejar en la generación de capacidades y metodologías que nos permitan hacerlo cada vez mejor.

Esto no son sólo buenas intenciones. Hace unos años invitamos a México a un agente del Scotland Yard, quien se le dio la tarea de revisar la veracidad de los registros de delitos que realizaba su corporación. Encontró manipulación. Es decir, hasta la policía más avanzada tenía estas prácticas, pues es normal que quien es evaluado por medio de este indicador haga lo necesario para que éste lo favorezca. El trabajo de James Patrick, el oficial al que me refiero, llevó a la creación de una entidad en la Gran Bretaña encargada de auditar los datos de incidencia delictiva. Este mecanismo de control externo hizo toda la diferencia. Los errores o sesgos en el registro, claro, pueden persistir, pero son menores. A James Patrick esto le costó la amistad de sus antiguos colegas, pero le dio a su país un mecanismo para lograr que cada víctima cuente. Y el abismo entre deudos y autoridades se fuera estrechando.

Esto mismo necesitamos en México. Una instancia que audite la información que genera cada procuraduría o fiscalía del país. Para comenzar a darle su lugar a cada víctima y para que comencemos a cerrar el abismo de desconfianza que nos separa de la autoridad.