El sudoku de la pobreza energética

Por Ana Lilia Moreno (@analiliamoreno) | El Sol de México

El reciente foro “Luz limpia para todos los mexicanos”, organizado por la Coparmex, en el que tuve el honor de participar como ponente, se centró en un tema de apremiante relevancia: el acceso universal y sin interrupciones a la electricidad en México. Y es que la discusión en torno a la pobreza energética es un punto de partida esencial para abordar una problemática compleja, que afecta tanto a la economía nacional como a la calidad de vida de millones de mexicanos.

La pobreza energética, caracterizada por la carencia de acceso a por lo menos una fuente de energía para calentar agua, alimentos, ambientes o la movilidad, se ramifica en múltiples dimensiones, determinada por factores como el acceso técnico, la situación económica de los habitantes, el estilo de consumo y sus consecuencias en la salud y el entorno.

A nivel global, la desigualdad en el consumo energético es alarmante: un séptimo de la población mundial consume el 50% de la energía, mientras que la mitad apenas utiliza un 10%. Esta disparidad subraya la preocupación por los 790 millones de personas, en su mayoría en áreas rurales de países en desarrollo, que carecen de acceso a la electricidad. En México, el uso de leña como principal fuente de energía sigue creciendo. Según el Inegi, en 2022 aproximadamente 17.9 millones de personas dependieron de la leña o carbón como combustible principal, lo que implica un aumento del 2% respecto de 2020, o 134,363 viviendas adicionales.

El fenómeno se intensifica en dos frentes cruciales: la salud y el medio ambiente. Por un lado, la falta de ductos en el 73.5% de los hogares que utilizan leña o carbón expone sobre todo a mujeres, niños y ancianos a niveles peligrosos de contaminación, lo que contribuye al aumento de enfermedades respiratorias crónicas, una de las principales causas de muerte en México. Por otro lado, la tala ilegal de árboles para la obtención de leña provoca deforestación, lo que daña profundamente los ecosistemas, reduce la biodiversidad y dificulta el combate contra el cambio climático. México pierde anualmente cerca de 208 mil hectáreas de vegetación. Según la Comisión Nacional Forestal, entre 2001 y 2021 el país tuvo una pérdida de vegetación de 4.3 millones de hectáreas, ¡casi el equivalente a la superficie del estado de Yucatán!

En cuanto al acceso a la electricidad, las brechas también persisten. El Inegi reporta que aproximadamente 36.5 millones de viviendas contaron en 2022 con servicio público de electricidad, y unas 256 mil obtuvieron acceso por otras vías, como paneles solares. Sin embargo, CFE registra en su reporte anual un total de 47 millones de usuarios residenciales en su servicio básico, lo que revela una diferencia. Sería interesante conocer la opinión de la CFE sobre estos datos.

La transición hacia soluciones de acceso a energía más sostenibles y limpias es urgente. Se debe fomentar una mayor colaboración entre el gobierno, las empresas y la sociedad civil para impulsar el acceso a energías limpias y promover la eficiencia energética. El concepto ‘luz limpia para todos los mexicanos’ debe marcar el paso hacia políticas que promuevan energía inclusiva y sostenible en México. Sin duda, queda un camino largo por recorrer. La recopilación precisa de datos sobre la pobreza energética y la formulación y transparencia de políticas y estrategias efectivas son fundamentales para garantizar que cada ciudadano tenga acceso a una vida digna con energía suficiente y limpia para su desarrollo integral.