Remediar la obsolescencia del Metro no es prioridad

Por Mariana Campos (@mariana_c_v) y Jorge Cano (@Jorge_eCano) | Animal Político

Parecía que el colapso de la Línea 12 del Metro en mayo de 2021 le había dado al Gobierno una buena lección fiscal. Aquel año se observó un incremento considerable en el gasto de este sistema de transporte, y para 2022 se aprobó el mayor presupuesto de la actual administración capitalina. Sin embargo, los datos más recientes del gasto muestran que se olvidó muy pronto lo aprendido, hecho que gana dramatismo a la vista del accidente del pasado sábado 7 de enero.

Vemos que a septiembre de 2022 el gasto total del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro fue de 10,455 millones de pesos (mdp), una caída de 13% (1,589 mdp) frente al mismo periodo de 2021. Además, lo gastado en 2022, al 3T, fue inferior en 1% (57 mdp) al gasto al 3T de 2017. Es decir, en perspectiva el Metro sigue operando con un presupuesto estancado, situación que se ha mantenido en casi todo lo que va de sexenio.

Desde la política pública no se está afrontando la realidad como debería. Aunque el Presupuesto 2022 fue 15% (2.6 mmdp) superior al de 2021, no sirvió para gran cosa, pues el avance del gasto anual al 3T fue de sólo 55%. Difícilmente se logrará cumplir el plan anual. El problema es sistémico: un subejercicio de recursos, acarreado desde el sexenio anterior.

Señaladamente, con los recortes al mes de septiembre el gasto en refacciones es el peor que se tenga registro, mientras que los recursos destinados al mantenimiento y la inversión física siguen estancados. Para 2023 el panorama no es prometedor: no sólo el presupuesto del Metro es 5% inferior (916 mdp) frente al presupuesto de 2022 –o 17% (3.8 mmdp) menor al presupuestado en 2018, previo al cambio de administración–; además, no hay cambios en la gobernanza del sistema, indispensables para resolver la ineficiencias y recortes del gasto.

Te contamos lo más reciente en esta historia que no deja de repetirse…



El impacto de los recortes en el mantenimiento

La empresa Det Norske Veritas (DNV) mencionó en su tercer peritaje en torno al colapso de la Línea 12 que parte de la responsabilidad recayó en la falta de mantenimiento. En 2020, en el contexto de la pandemia, los ingresos del Metro se desplomaron, mientras el gasto en mantenimiento se redujo 17% (219 mdp) frente a 2019. La decisión de recortar el gasto fue por completo excéntrica si la comparamos con la tomada por otros países, como lo describimos anteriormente.

Con el precedente de 2020 y 2021, no parece aventurado que los informes periciales del accidente del 7 de enero pasado saquen a la luz más pruebas de una crisis en los servicios de mantenimiento. Los datos del gasto público ya lo indican: al 3T de 2022, el gasto en la partida de Herramientas, Refacciones y Accesorios Menores fue de 201 mdp, 59% (295 mdp) inferior al del mismo periodo de 2021, y el peor monto que se tenga registro desde 2017.

De por sí, la partida aprobada en 2022 fue 21.6% (250 mdp) menor a la presupuestada en 2021, pero encima de eso al 3T sólo se ha ejercido el 22.2% de los recursos aprobados. Para decirlo claro: hubo un recorte oficial en la presupuestación para el año pasado, y también un recorte oculto en la ejecución del gasto.



Por otra parte, el gasto en Servicios de Instalación, Reparación, Mantenimiento y Conservación acumula al mes de septiembre sólo 903 mdp, un 7% (67 mdp) por debajo del 3T de 2021. Dicho gasto es inferior en 10% (102 mdp) al de 2017. No ha habido avance en el presupuesto de mantenimiento en casi un sexenio.

Para esta partida en 2022 hubo un incremento de 16% (283 mdp) pero, nuevamente, del dicho al hecho hay un trecho, pues los datos más recientes, al 3T del año pasado, muestran un avance del gasto de tan sólo 45%.



Finalmente, el gasto de inversión pública se reporta en 1,897 mdp, 43% (1,434 mdp) menor al del periodo enero-septiembre de 2021. Aunque dicho monto es superior a lo observado entre 2018 y 2020, es similar a lo observado en 2017. La inversión tampoco ha crecido sustancialmente en varios años.

De nuevo, en el tema de inversión pública en 2022 no hay buenas noticias, pues a septiembre el avance del presupuesto anual es de sólo 40%, el peor que se tenga registro. Esto contrasta en sobremedida con el mismo periodo de 2021, cuando se sobrejerció 148% (1.07 mmdp), previsiblemente por la reconstrucción de la Línea 12. Más que regresar a la ‘normalidad’ del subejercicio, en 2022 se empeoró en la tendencia.



Gobernanza y panorama para 2023

El principal problema del STC Metro es la gobernanza. En la mayoría de los países desarrollados las administraciones de transporte colectivo son independientes del Poder Ejecutivo, lo que les permite plantar cara a recortes en la operatividad que ponen en riesgo el funcionamiento de los sistemas. Así sucedió durante la pandemia, como lo hemos comentado en el caso del Metro de Nueva York.

Para 2023 el presupuesto del STC Metro es de 18.8 mmdp, un incremento de 16% (2.5 mmdp) frente al total pagado en 2021, pero inferior en 10% (2 mmdp) al efectivamente pagado en 2016, su mejor registro. Sin embargo, el presupuesto de 2023 supone una reducción de 5% (916 mdp) frente al presupuesto de 2022, y es 17% (3.8 mmdp) menor al presupuestado en 2018, justo antes del administración.

Además, por cuestiones que también se pueden atribuir a una gobernanza deficiente, hay escepticismo de que se cumpla el presupuesto para 2023. A excepción de 2021, nunca se ha logrado gastar más del 90% de los recursos aprobados. De hecho, entre 2017 y 2020 apenas se gastó un 75% de los recursos aprobados anuales. Otra forma de decirlo es que de 2016 a 2021 dejaron de gastar 19% (4 mmdp) en promedio de los recursos aprobados.



Uno podría intuir que el tema de los constantes subejercicios se debe a restricciones en los ingresos. Sin embargo, de 2016 a 2021 el retraso de los ingresos estimados frente a los observados promedió sólo 7%, mientras que el retraso en el gasto programado fue de 19%. Es decir, los recortes no han sido causados por limitaciones en los ingresos, sino más bien por decisiones operativas de los directivos del Metro o por incapacidades técnicas para ejecutar los recursos aprobados.

Al septiembre de 2022, los ingresos totales del STC Metro llegaron a 12.6 mmdp, superando los niveles prepandemia. Sin embargo, lo registrado está por debajo de lo conseguido en los dos últimos años de la administración Mancera, lo que conforma la evidencia de que no sólo se debe mejorar la gobernanza del gasto, sino también incrementar los ingresos propios de este medio de transporte.

Asimismo, al 3T del año pasado las transferencias etiquetadas de la Federación fueron de 72 mdp: sí, mejores que los cero pesos otorgados en 2021, pero 86% inferiores al récord alcanzado al 3T de 2019, con 528 mdp. Hay que resaltar que dichas transferencias no representan ni el 1% de los ingresos del Metro al 3T. En efecto, el Gobierno federal sigue sin dar un apoyo sustancial y decisivo para el Metro, la columna vertebral de la capital del país.



Para salir del túnel

El presupuesto del Metro no es una prioridad para el Gobierno capitalino ni para el federal. Claramente las autoridades no están haciendo lo necesario para contar con un Metro seguro y eficiente. ¿Se necesita mayor demostración que los recortes al presupuesto y los constantes subejercicios? Urge que los ciudadanos nos apropiemos de esta causa…

Recomendaciones:

  1. Generar un diagnóstico independiente sobre las necesidades de inversión y mantenimiento del Metro, para atender su obsolescencia.
  2. Generar una estimación del presupuesto adecuado para la operación del Metro, que permita mantenerlo vigente y seguro.
  3. Cambiar su gobernanza: los nombramientos deben orientarse a la integración de una estructura profesional. Su director o directora no debería removerse en función de tiempos e intereses políticos.
  4. Crear un comité de proveedores, usuarios y operadores, donde la ciudadanía y OSC funcionen como observadores.
  5. Crear informes de presupuesto, operación y mantenimiento públicos, por Línea del Metro.
  6. Hacer encuestas de opinión de los usuarios, también públicas, y establecer planes de mejora de corto, mediano y largo plazo.