Cuatro preguntas sobre homicidio que sí responde el Inegi (pero no el Secretariado)

Apuntes de Seguridad #5


Mes con mes las fiscalías y procuradurías del país preparan una base de datos con todas las carpetas de investigación que se lograron abrir durante el mes inmediato anterior. Estos datos los recibe el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública —la entidad encargada de hacerlos públicos—, y son los que con frecuencia emplea el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana para mostrarle a la prensa los avances y los pendientes del Gobierno federal en el mejoramiento de la seguridad de los mexicanos.

Y nos seguimos sorprendiendo, mes con mes, de que datos con enormes sesgos se usen como una medición de la criminalidad en el país.

Veamos: la medición oficial de incidencia depende de que una denuncia desemboque en una carpeta de investigación. Un trayecto muy largo: de los 33 millones de delitos que se registran al año (ENVIPE, 2019), sólo el 6.8% (2.2 millones) resultan en una carpeta de investigación.

Por si ese subregistro enorme no fuera suficientemente malo, la información que se hace pública a partir de esta fuente es muy limitada. Los datos abiertos de algunos delitos incluyen año, entidad (estado y municipio), tipo de delito, modalidad, sexo de la víctima y si la víctima era menor o mayor de edad. Y hasta ahí, mayormente.

Por fortuna, cada año el Inegi publica las defunciones por supuesto homicidio. Esta estadística, además de contar con controles de calidad más sofisticados, contiene más información sobre las características de la defunción y del fallecido.

Para empezar, el Inegi revela que 36,476 personas fueron asesinadas en 2019, que son 844 personas más que las cifras oficiales reportadas por el Secretariado. En esta edición de Apuntes de Seguridad queremos mostrar qué tan valiosa es esta fuente de información para conocer lo que está pasando con la violencia letal en el país. Para ello, planteamos cuatro preguntas cuya respuesta no podemos encontrar en lo que publican las fiscalías y procuradurías del país… pero en los datos del Inegi, sí.

¿En dónde ocurrieron los homicidios durante 2019?

El 54.1% de los asesinatos se concentraron en la vía pública, y 11.4% en la vivienda particular. En estos lugares encontramos algunas características que se diferencian por sexo.

Mientras que los asesinatos de mujeres en la vía pública aumentaron ligeramente, al pasar de 42.1% en 2018 a 42.5% en 2019, los asesinatos en vivienda particular —que siguen afectando desproporcionadamente a mujeres― se redujeron, al pasar de 25.0% en 2018 a 23.2% en 2019.

Otro dato que podemos conocer es dónde fueron asesinados los hombres y mujeres: proporcionalmente, fue más frecuente el asesinato de hombres en la vía pública (55.7%), mientras que al 42.5% de las mujeres las mataron en la calle. En cambio, una mayor proporción de mujeres fueron asesinadas al interior del hogar (23.2%), mientras que la proporción de hombres asesinados en la vivienda fue de 10.1%.

¿Cuál fue el perfil de las víctimas de homicidio?

El 37.1% de las víctimas de homicidio en 2019 eran jóvenes entre 15 y 29 años, lo que coloca a este rango de edad como el de mayor riesgo. En comparación, los adultos en edades de 30 a 44 años y aquéllos entre 45 y 60 años abarcaron el 36.7% y 15.3%, respectivamente.

Al comparar los asesinatos de hombres y mujeres por rangos de edad, vemos que, en proporción, las mujeres de 15 a 24 años fueron víctimas de asesinatos con mayor frecuencia que los hombres. Después de los 25 años la situación se revierte; es decir, los hombres entre 25 y 54 años presentan una mayor proporción de asesinatos que las mujeres.

¿Qué características tuvo la violencia letal contra las mujeres?

Al comparar el lugar del asesinato en 2019 con respecto a 2018, vemos que hay cambios interesantes en los patrones de ocurrencia. A pesar de que las mujeres entre 15 y 24 años cuentan con una mayor proporción de homicidios que los hombres, en 2019 observamos una disminución de 1.1 puntos porcentuales en los asesinatos de mujeres de 15 a 29 años al interior de una vivienda particular, y una reducción de 2.5 puntos porcentuales en los asesinatos cometidos contra mujeres del mismo rango de edad, pero en la vía pública.

Por el contrario, si observamos el rango de edad de 30-39 años, encontramos aumentos con respecto a 2018: la proporción de mujeres en este rango de edad, asesinadas al interior de una vivienda particular, se incrementó en 2019, al pasar de 19.7% a 20.9%. Una situación similar ocurre con las mujeres asesinadas en la vía pública: hubo un crecimiento de 4.2 puntos porcentuales con respecto al año anterior, al pasar de 44.3% en 2018 a 48.5% en 2019.

¿Cómo se llevaron a cabo los homicidios de jóvenes (15-29) y adultos jóvenes (30-39) en 2019?

Los homicidios en 2019 fueron cometidos principalmente con armas de fuego (70.6%), seguidas de armas blancas (11.5%) y estrangulamientos o ahorcamientos (7.3%).

Al desagregar por sexo y edad, encontramos que hay diferencias significativas en la manera en que fueron asesinados hombres y mujeres: mientras que el 76% de los hombres entre 15 y 39 años fue asesinado con un arma de fuego, esta modalidad representa el 59% en el caso de las mujeres. Por otro lado, las mujeres fueron asesinadas con un arma blanca en mayor proporción que los hombres. Lo mismo ocurre en los asesinatos por estrangulamiento o ahogamiento: el 16.4% de las mujeres entre 15 y 39 años murió de esta manera, mientras que el porcentaje de los hombres en dicho rango de edad es de apenas 6.1%.

Contar con perfiles de víctimas de homicidio es el primer paso para diseñar estrategias eficaces que atiendan de manera diferenciada la violencia que sufren los hombres y las mujeres.

Una política de reducción y prevención de homicidios debe atender prioritariamente a las y los jóvenes que viven en contextos violentos. Es importante brindar una atención diferenciada a los jóvenes que viven en zonas de alta marginación, que presentan comportamientos de riesgo en las escuelas, que pertenecen a bandas delictivas y que han sido agredidas y agredidos anteriormente.

En suma, si no atendemos las causas de manera focalizada y diferenciada, nuestras políticas y estrategias continuarán siendo insuficientes y seguiremos lamentando la muerte de más mexicanas y mexicanos.