
Crónica de la inequidad anunciada en la reforma judicial
Un día se dijo que el Poder Judicial estaba podrido. Ahora se votaría en las urnas quiénes impartirían justicia. Sin embargo, la elección era de entrada inequitativa e injusta.
Por Susana Camacho (@Su_Kmacho) | Programa de Justicia
Publicado en: Animal Político
1. Un cuento de injusticia judicial
Trabajaba desde hace 15 años en el Poder Judicial Federal. Fue la primera abogada de su familia. Saliendo de la carrera de derecho le ofrecieron una oportunidad como meritoria en un juzgado de distrito y fue aprendiendo y adquiriendo más responsabilidades. Estudió dos maestrías y varios cursos de especialización. Además, aprobó varios complejos exámenes para ir ascendiendo en la carrera judicial. Finalmente le llegó su oportunidad, hizo examen para ser jueza de distrito y lo pasó.
Pero llegó un día en que se dijo que el Poder Judicial estaba podrido y corrupto. Ya no valía la carrera, ahora se votaría en las urnas quiénes impartirían justicia. Salió a las calles y se manifestó. Sabía que ella y la mayoría de las personas que trabajaban en su juzgado lejos de ser corruptas, tenían una vocación por la justicia que no podían negar. Así lo demostraban las jornadas laborales de más de 8 horas diarias, en realidad entre 10 y 11 horas. En fin, tuvo que tomar la decisión, porque la reforma judicial “va porque va” y se lanzó como candidata. Le cambiaron la pista: en vez de carrera judicial ahora se enfrentaría a la competencia electoral, si es que quería seguir su vocación.
No tenía recursos ni experiencia para hacer una campaña electoral. Pero sí tenía muchas reglas que limitaban cómo convencer a las personas que votaran por ella como jueza. Tuvo que suspender la resolución de los casos que tenía pendientes y salir a las calles a hacer campaña. Grabar mensajes de unos cuantos segundos en Tik Tok. Eso sí, la campaña le dio oportunidad de conocer los problemas de la ciudadanía con la justicia. Aunque la mayoría no podría resolverlos como jueza de distrito. Conforme avanzó la campaña, se dio cuenta que uno de sus contrincantes se promocionaba con los colores del gobierno, otra que se anunciaba en redes sociales con muchísimos seguidores, otra cuya experiencia era principalmente en cargos del gobierno y una más que prometía solucionar problemas que no correspondían a funciones judiciales.
Pero la mayor sorpresa que se llevó es que en la boleta aparecía compitiendo para el mismo cargo contra otras cuatro mujeres y un hombre (que no tenía competidores). No podía creerlo. Lo consultó con otro colega juez que también era candidato en otra materia y él también estaba en la misma situación. En realidad, ambos “competían” en condiciones desiguales en sus respectivos distritos. Se dividirían las posibilidades de voto con sus otros cuatro contrincantes, mientras que otro candidato o candidata iban solos. Para impartir justicia, la elección era de entrada injusta.
2. Un análisis de la inequidad de las elecciones
Esta historia, aunque es ficción, retrata la situación de muchas personas candidatas —hombres y mujeres— que ya se desempeñaban en esos cargos o que eran parte de la carrera judicial. Estas condiciones de inequidad plasmadas en el diseño de las boletas, es una más de las anomalías detectadas en este tortuoso proceso de elegir a juezas y jueces en las urnas.
En el informe Resultados Anticipados de la Elección Judicial, el Observatorio Electoral Judicial, del cual México Evalúa es integrante, ha evidenciado que al menos la mitad de las personas candidatas para estos cargos judiciales compiten en condiciones de inequidad.
En dicho estudio se analiza el nivel de competitividad electoral de cada una de las 3,202 personas que aspiran a ocupar 850 cargos de jueces y magistrados federales. Entre los hallazgos encontrados está que 304 candidatos tienen menos de 2% de probabilidades de ganar, mientras que 133 tienen altas probabilidades de asegurar su cargo. Esto no se debe a mérito ni a una campaña, sino a un diseño defectuoso de las boletas y una distribución arbitraria de vacantes.
En los diversos escenarios por los que se calcularon las probabilidades de cada candidato de ganar, por ejemplo, se observa que existen casos en los que únicamente hay una persona candidata para un cargo judicial. Es decir, no tiene competencia. En el extremo opuesto, hay casos que tienen hasta diez candidatos disputando un solo cargo. También, por ejemplo, mientras que para la especialidad “Administrativa” compiten un promedio de 4.8 personas, para la “Civil y de Trabajo” es de 2.8. No es lo mismo correr una carrera contra cuatro personas que contra dos. Los resultados de esta investigación podrían constituir elementos para impugnar condiciones de equidad en la competencia electoral.
De acuerdo con este estudio, los escenarios de competencia electoral de la elección de 2025 derivan de la combinación de diversos criterios que nunca se tuvieron en cuenta, ni siquiera desde las discusiones de la reforma constitucional. Debieron considerarse especialidades jurídicas, combinación de distritos judiciales y electorales, reglas de paridad, número de competidores por cargo para la distribución de cargos y candidatos. Así como contemplar formas accesibles para que el voto se ejerciera de manera fácil e informada.
3. Muchas lecciones ante unas elecciones inequitativas
Por la premura con la que se han organizado estas primeras elecciones judiciales en México, no se contó con el tiempo necesario para diseñar mecanismos de distribución equilibrada de cargos ni boletas accesibles. Tampoco hubo espacio para el conocimiento de las personas candidatas, entre otros elementos que dieran legitimidad a este proceso.
Los resultados de la elección todavía están por verse. El nivel de participación ciudadana, las incidencias el día de la jornada electoral, el conteo de votos, las impugnaciones, nos darán más elementos para reconsiderar si vale la pena o no seguir en este camino.
Muchas lecciones nos quedarán. Ojalá sean tomadas en cuenta para reflexionar si como país debemos continuar en este rumbo. Habrá que pensar ahora en la reforma de la reforma judicial, al menos para los cargos de jueces y magistrados federales.
En las próximas elecciones judiciales para 2027 ya no habrá necesidad de efectuar tómbolas, simplemente se tendrá que sustituir a quienes no se renovaron en la elección de 2025. Sin embargo, para ese año, se deberían considerar no sólo los cargos ya existentes pendientes de renovar, sino que —basados en estudios de cargas de trabajo— definir cuántas plazas deberían ser suficientes para que la justicia no sea ineficiente.
Se tendrían que definir mejores reglas de convocatorias para contar con los mejores perfiles y distribución por materias. Se deberían hacer estudios o modelos para que la convocatoria de candidatos sea equilibrada y justa. Se deberían diseñar con tiempo boletas accesibles para toda la ciudadanía. Al final, de todas estas lecciones, la más importante que nos queda es que nos estamos jugando la legitimidad de la impartición de justicia en México.